Nosotros, hijos y consagrados de Nuestra Señora, debemos entablar la lucha contra el pecado, mortal y venial, del espíritu y de la carne, de orgullo y de lujuria, de injusticia y de intemperancia; contra el pecado de toda naturaleza y de todo nombre. Juntamente con Satán, el pecado es para nosotros el enemigo número uno. Fortalezcamos nuestra voluntad en el firmísimo propósito de no admitir jamás el pecado en nuestra vida, sobre todo de propósito plenamente deliberado. Y estemos decididos a apartar y recortar de nuestra vida todo lo que de algún modo pudiese inclinarnos del lado de Satán...
MARIA MADRE AUXILIADORA, HOY MÁS QUE NUNCA NECESITAMOS DE TU PROTECCIÓN MATERNAL
VEN EN NUESTRO AUXILIO.
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