El fundamento sobre el cual nos apoyamos es la fe. Sin fe, es imposible esperar que se pueda llevar algún consuelo espiritual… ¿Qué sostén podrá procurar la Santa Escritura a alguien que no crea que es la Palabra de Dios y que su Palabra es verdadera? ¡Poco provecho encontrará si uno no cree que es la Palabra de Dios o si, incluso admitiendo que lo es, cree que puede tener errores! Según la fe sea más o menos fuerte, las palabras de consuelo de la Santa Escritura harán un bien mayor o menor.
Esta virtud de la fe ningún hombre puede adquirirla por sí mismo, ni tampoco darla a otro… La fe es un don gratuito de Dios, y tal como dice Santiago: “Todo bien, todo don perfecto viene de lo alto, del Padre de las luces.” (St. 1,17). Por eso, nosotros cuando tengamos signos de que nuestra fe es débil, pidámosle que la fortifique.
Santo Tomás Moro (1478-1535)
hombre de estado inglés, mártir
Diálogo del consuelo en las tribulaciones
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