Cuando dicen que hay “Happy hour”, la dichosa “hora feliz” de muchos sitios, los ojitos se nos iluminan porque quiere decir que lo que consumamos o es gratis, o es que hay promoción. Pues bien, hoy es jueves, “Jueves Eucarístico” y en la parroquia, seguramente Jesús estará expuesto. Y habrá un “Happy hour”, pero para nosotros será LA HORA SANTA. El mejor momento del día; un momento donde puedes dejar las apariencias, pues te reunirás con quien te conoce más que tú, Jesús, el que te mira, te oye y te quiere. Un momento para descansar de tu yugo. Un momento para abrirte a la posibilidad de ser el hombre o la mujer, más feliz del lugar.
Solo recordemos, …Jesús nos da la paz, pero no como la da el mundo. Jesús quiere que seamos felices, pero no con la “felicidad” que el mundo nos vende. Estamos acostumbrados a llamar felicidad a la satisfacción de nuestros deseos y necesidades. La felicidad a la que Jesús nos invita, va más allá del sentimiento, es la plenitud de gozarse en la presencia de Dios.
La experiencia con Jesús, es personal. Habrá quienes sintamos paz, o alegría, o vergüenza, o nada, absolutamente nada. Si sentimos algo, ¡qué bien!, pero lo importante no es lo que podamos sentir, pues eso es limitar el momento a un resultado y nuevamente estaríamos buscando la felicidad que el mundo nos ha enseñado.
“Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor…” Pero ¿Cómo puedo ser feliz cumpliendo mandamientos que prohíben hacer lo que me apetece?, cuando podamos responder a esto, empezaremos a saborear la alegría de gozarse en la presencia de Dios. No hay nada mejor.
Del santo Evangelio según san Juan 15, 9-11
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena”.
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