La devoción a la Santísima Virgen es camino perfecto para ir a Jesucristo y unirse a Él. Porque María es la más perfecta y santa de las puras criaturas, y Jesucristo, que ha venido a nosotros de la manera más perfecta, no tomó otro camino para viaje tan grande y admirable que María.
El Altísimo, el Incomprensible, el Inaccesible y EL QUE ES ha querido venir a nosotros, gusanillos y que no somos nada. ¿Cómo sucedió esto?
El Altísimo descendió de manera perfecta y divina hasta nosotros por medio de la humilde María, sin perder nada de su divinidad y santidad. Del mismo modo, deben subir los pequeñuelos hasta el Altísimo perfecta y divinamente y sin temor alguno a través de María.
El Incomprensible se dejó abarcar y encerrar perfectamente por la humilde María, sin perder nada de su inmensidad. Del mismo modo, debemos dejarnos contener y conducir perfectamente y sin reservas por la humilde María.
El Inaccesible se acercó y unió estrecha, perfecta y aun personalmente a nuestra humanidad por María, sin perder nada de su Majestad. Del mismo modo, por María debemos acercarnos a Dios y unirnos a su Majestad perfecta e íntimamente, sin temor de ser rechazados.
Finalmente, EL QUE ES quiso venir a lo que no es y hacer que lo que no es, llegue a ser Dios o El que es. Esto lo realizó perfectamente entregándose y sometiéndose incondicionalmente a la joven María, sin dejar de ser en el tiempo El que es en la eternidad. Del mismo modo, nosotros, aunque no seamos nada, podemos por María llegar a ser semejantes a Dios por la gracia y la gloria, entregándonos perfecta y totalmente a Ella, de suerte que, no siendo nada por nosotros mismos, lo seamos todo en Ella, sin temor de engañarnos.
(Tratado de la verdadera devoción a la Virgen María, San Luis María de Montfort)
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