“Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan de conversión”. Lc 15, 7
El misterio del amor de Dios revela todo su esplendor en las parábolas de la misericordia. Dios no se conforma con perder a sus hijos y los busca de todas las formas posibles para recuperarlos. Aunque los extraviados se hayan perdido por propia culpa y hayan pecado mucho, es tan grande el amor del Padre eterno que les quiere recuperar, que hace fiesta cuando ellos deciden cambiar de vida, sin exigir explicaciones o castigarlos por los desvíos. Volvamos hoy a los brazos misericordiosos de Dios.
¡Paz y Bien!
El Señor te bendiga y te guarde,
El Señor te haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la PAZ.
Hno. Mariosvaldo Florentino, Capuchino.
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