(I Domingo de Adviento)
Si estás perdiendo la esperanza, si crees que la vida te cierra los caminos y te abandona, si sientes que la ausencia o la distancia de aquellos que amas hieren el amor que les tienes, si estás cruzando por esas sombras, entonces, hoy es ese día en el que empieza ese camino que te llevará a la Fuente que cure esas heridas.
Basta que tu mirada, esa misma que busca ese amor que creíste perder, la que añora esa paz que se ausentó de tu pecho, se pierda en ese Niño que va a nacer, para que tu alma se emocione, tu corazón sonría y se derrumben los temblorosos pilares de los miedos y temores.
Sí, ese Dios que ocultan, ahora, esas sombras, se pone al alcance para que tus manos lo sostengan. Se hace pequeño para que tus labios lo abarquen con un beso. Se hace tan humano que creerás que todo es sueño.
Y ese niño es el mismo Dios, esa invisible fuerza a la que apelan quienes no tienen fe, al que recurrimos en las necesidades, el que en estos momentos en los que la tristeza intenta clavar sus frías garras en nuestros corazones, nos ofrece su pequeño cuerpo y nos roba la mirada.
Hoy comienza ese camino que nos lleva al encuentro con el Dios niño, y amores e ilusiones irán creciendo según nos acerquemos a Él. Ese día, al dejar sobre Él una mirada silenciosa morirán los temores y resucitará ese amor que dimos por perdido.
Hoy comienza el Adviento, un camino de ESPERANZA.
Madrid, España
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