Abridme un camino nuevo par ir a Jesucristo, embaldosado
con todos los méritos de los bienaventurados,
adornado con todas sus virtudes heroicas, iluminado y
embellecido con todos los esplendores y bellezas de los
ángeles, y en el que se presenten todos los ángeles y santos
para guiar, defender y sostener a quienes quieran andar
por él; afirmo abiertamente con toda verdad que, antes que
tomar camino tan perfecto, prefiero seguir el camino
inmaculado de María (ver Sal 18 [17],33, Vulgata), vía o
camino sin mancha ni fealdad, sin pecado original ni actual,
sin sombras ni tinieblas. Y si mi amable Jesús viene otra
vez al mundo para reinar gloriosamente en él -como
sucederá ciertamente-, no escogerá para su viaje otro
camino que el de la excelsa María, por quien vino la primera
vez con tanta seguridad y perfección. La diferencia entre
una y otra venida es que la primera fue secreta y escondida,
mientras que la segunda será gloriosa y fulgurante. Pero
ambas son perfectas, porque ambas se realizan por María.
¡Ay! ¡Este es un misterio que aún no se comprende!
¡Enmudezca aquí toda lengua!
(Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen,
San Luis María de Montfort)
P Sergio
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