San Andrés Bessette, llamado el hermano Andrés, es el primer santo
de Canadá, el más grande devoto de san José, el que ha construido la
gran basílica u Oratorio de San José en Montreal en honor del santo, que tiene
la cúpula más grande del mundo, después de la iglesia del Vaticano. Fue un gran
taumaturgo, pues durante su vida, y después de su muerte, hizo miles de
curaciones extraordinarias, muchas de ellas milagrosas.
Por el Padre Ángel Peña OAR
SU DEVOCIÓN A SAN JOSÉ
La devoción a San José la recibió el hermano Andrés de su madre y
en su propia Congregación era como una herencia recibida de su fundador el
padre Emilio Moreau.
El hermano fomentó la
devoción a San José desde niño y se pasaba mucho tiempo en oración en la
iglesia delante de una imagen de San José, José fue su santo predilecto después
de la Virgen María. Ante cualquier dificultad acudía a él.
Le gustaba hacer procesiones con su imagen, poner papeles escritos
debajo de su imagen y curar a los enfermos con medallas de san José bendecidas
por un sacerdote y con el aceite que había ardido ante su imagen. Él aconsejaba
que, cuando hubiera pleitos judiciales, enviaran una medalla de san José a los
abogados de la parte contraria o al juez.
A un viajante de comercio le aconsejó tener una medalla de san José
en la mano, cuando fuera a visitar a sus clientes. Él, por su parte,
acostumbraba llevar en el bolsillo una pequeña imagencita de san José y,
riéndose, decía que tenía a san José en el bolsillo.
Sor Leblanc refiere: Cuando yo le pedía por ciertas cosas
temporales, me decía: “Tal cosa es difícil de conseguir, pero tome una medalla
de san José en su mano, cuando vaya a tratar con esas personas. Y, si es
posible, envíe a esas personas una medalla de san José por adelantado.
Felipe Erard declaró: En una inundación, mi tienda quedó destruida.
El hermano Andrés me dijo regañándome: “Has tenido poca fe. Deberías haber echado
una medalla de san José a las aguas, cuando se acercaban, y te hubieras
salvado”
El señor Gadbois afirma: Un día le hablé al hermano Andrés de mis
dificultades en el negocio. Él me dijo: “Toma papel y escribe: Buen san José,
haz por mí lo que harías si estuvieras en la tierra en mi lugar. Tengo una
numerosa familia y un negocio difícil de administrar. Escúchame”. Después me
recomendó dejar el papel al pie de la imagen de san José y todo se solucionó.
El mismo hermano Andrés acostumbraba a escribir sus intenciones en
unos papeles y los colocaba debajo de la imagen de san José.
A este respecto el padre Oseas Coderre dice: Recuerdo que en un
caso de epidemia en el colegio de Saint Laurent, los religiosos le consultaron
al hermano Andrés y él recomendó hacer una procesión con la imagen de san José
por todas las salas y lugares del colegio, rezando. Al día siguiente, la
epidemia disminuyó sensiblemente y a los dos días había desaparecido. Lo mismo
sucedió en el colegio de nuestra Señora. El hermano Andrés vino a rezar con
nosotros, llevamos en procesión una imagen de san José, rezando el rosario, y
la epidemia desapareció.
Otra cosa que recomendaba era hacer triduos o novenas en honor del
santo.
Sugería decir oraciones fáciles como: San José ruega por mí como
hubieras orado, si hubieras estado en mi lugar y con mis problemas. Por otra
parte aconsejaba siempre a los enfermos frotarse con una medalla de san José
sobre sus ropas, en la parte enferma de su cuerpo, y él mismo también los
frotaba algunas veces.
Cuando los enfermos se curaban, les pedía algún ex-voto (una
ofrenda), como las muletas u otros aparatos que habían usado, para dejarlos en
la capilla como recuerdos del poder de san José y aliento para fomentar la fe
de otros.
El hermano Andrés se consideraba el perrito de san José. Y decía: A
Jesús por María y José. Normalmente decimos: A Jesús por María. Él lo
completaba con san José para que la Sagrada Familia estuviera siempre unida.
Alguien podría preguntar: ¿Por qué necesariamente para curar debía hacerse
con medallas de san José y con aceite de san José? Evidentemente es cuestión de
fe. El hermano Andrés sembró de medallas de san José el terreno de la montaba
de Mont-Royal antes que lo comprara su Congregación y, cuando ya lo compraron,
iba de paseo con los alumnos y también dejaba caer alguna medalla por el camino
para pedir a Dios por intercesión del santo que pudiera hacerse una capilla en
su honor. Todo es cuestión de fe, como la curación con el pan bendito de san
Antonio de Padua, o el pan de san Nicolás de Tolentino o las rosas de santa
Rita o las medallas de María Auxiliadora que usaba san Juan Bosco.
Sin embargo, aclaremos que para él lo primero era el amor a Jesús
Eucaristía y a Jesús en su pasión. Aconsejaba mucho rezar el Viacrucis; y después
el amor a María, nuestra Madre. Rezaba varios rosarios cada día.
Gracias por la información BMGR, ! :)
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