“Oh, glorioso San
José,
a tí Dios te encomendó
el cuidado de su Hijo unigénito
en medio de los muchos
peligros de este mundo.
Acudimos a tí
y te pedimos que
tomes bajo tu protección especial
a nuestros niños y niñas que Dios nos ha dado.
A través del santo bautismo
se convirtieron en hijos de Dios
y en miembros de su Santa Iglesia.
Los consagramos hoy a tí,
para que a través de esta consagración
puedan convertirse en tus hijos de cuidado.
Guárdalos, protégelos
guía sus pasos en la vida,
forma sus corazones
según los corazones
de Jesús y María.
San José,
Tu que sentiste la tribulación
y la preocupación de un padre
cuando el Niño Jesús se perdió,
protege a nuestros queridos hijos
En las escuelas y en donde puedan
estar y correr peligro.
Se tú su padre y consejero.
Que ellos, como Jesús,
crezcan tanto en edad
como en sabiduría
y gracia ante Dios
y los hombres.
Preservalos de la corrupción del mundo
y danos la gracia
de estar unidos con ellos
en el cielo para siempre.
Amén”.
a tí Dios te encomendó
el cuidado de su Hijo unigénito
en medio de los muchos
peligros de este mundo.
Acudimos a tí
y te pedimos que
tomes bajo tu protección especial
a nuestros niños y niñas que Dios nos ha dado.
A través del santo bautismo
se convirtieron en hijos de Dios
y en miembros de su Santa Iglesia.
Los consagramos hoy a tí,
para que a través de esta consagración
puedan convertirse en tus hijos de cuidado.
Guárdalos, protégelos
guía sus pasos en la vida,
forma sus corazones
según los corazones
de Jesús y María.
San José,
Tu que sentiste la tribulación
y la preocupación de un padre
cuando el Niño Jesús se perdió,
protege a nuestros queridos hijos
En las escuelas y en donde puedan
estar y correr peligro.
Se tú su padre y consejero.
Que ellos, como Jesús,
crezcan tanto en edad
como en sabiduría
y gracia ante Dios
y los hombres.
Preservalos de la corrupción del mundo
y danos la gracia
de estar unidos con ellos
en el cielo para siempre.
Amén”.
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