El Domingo siguiente a Pentecostés la Iglesia celebra la Solemnidad
de la Santísima Trinidad. En la baja Edad Media, la devoción creciente
de los fieles al misterio de Dios Uno y Trino, que desde la época carolingia
tenía un lugar importante en la piedad privada y había dado origen a
expresiones de piedad litúrgica, indujo a Juan XXII a extender en 1334 la
fiesta de la Trinidad a toda la Iglesia latina.
Respecto a la piedad popular a la Santísima Trinidad, el misterio central de la fe y de la vida cristiana, no es cuestión tanto de recordar tal o cual ejercicio de piedad, sino de subrayar que toda forma auténtica de piedad cristiana debe hacer referencia al verdadero y solo Dios Uno y Trino, "El Padre Omnipotente y su Hijo Unigénito y el Espíritu Santo". Tal es el misterio de Dios, el que se nos ha revelado en Cristo y por medio de Él.
En efecto, son numerosos los ejercicios de piedad que tienen una impronta y una dimensión trinitaria. La mayor parte de ellos comienza con el signo de la Cruz y "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo", la misma fórmula con la que son bautizados los discípulos de Jesús y comienzan una vida de intimidad con Dios, como hijos del Padre, hermanos del Hijo encarnado, templos del Espíritu. Otros ejercicios de piedad comienzan dando "Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo". Otros concluyen con la bendición impartida en el nombre de las tres Personas divinas. Y no son pocos los ejercicios de piedad cuyas oraciones, siguiendo el esquema característico de la oración litúrgica, se dirigen "Al Padre por Cristo en el Espíritu" y presentan formulas doxológicas inspiradas en los textos litúrgicos.
Entre los ejercicios de piedad dedicados directamente a Dios Trino y Uno hay que recordar la doxología (Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...), el Trisagio bíblico (Santo, Santo, Santo) y el Trisagio Angélico (Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten Misericordia de nosotros), muy difundido en Oriente y también en algunos países, órdenes y congregaciones de Occidente.
El Trisagio Angélico, es una oración de adoración y alabanza que se acostumbra rezar durante tres días, empezando en el viernes antes de la Solemnidad para terminar el Domingo.
Respecto a la piedad popular a la Santísima Trinidad, el misterio central de la fe y de la vida cristiana, no es cuestión tanto de recordar tal o cual ejercicio de piedad, sino de subrayar que toda forma auténtica de piedad cristiana debe hacer referencia al verdadero y solo Dios Uno y Trino, "El Padre Omnipotente y su Hijo Unigénito y el Espíritu Santo". Tal es el misterio de Dios, el que se nos ha revelado en Cristo y por medio de Él.
En efecto, son numerosos los ejercicios de piedad que tienen una impronta y una dimensión trinitaria. La mayor parte de ellos comienza con el signo de la Cruz y "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo", la misma fórmula con la que son bautizados los discípulos de Jesús y comienzan una vida de intimidad con Dios, como hijos del Padre, hermanos del Hijo encarnado, templos del Espíritu. Otros ejercicios de piedad comienzan dando "Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo". Otros concluyen con la bendición impartida en el nombre de las tres Personas divinas. Y no son pocos los ejercicios de piedad cuyas oraciones, siguiendo el esquema característico de la oración litúrgica, se dirigen "Al Padre por Cristo en el Espíritu" y presentan formulas doxológicas inspiradas en los textos litúrgicos.
Entre los ejercicios de piedad dedicados directamente a Dios Trino y Uno hay que recordar la doxología (Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...), el Trisagio bíblico (Santo, Santo, Santo) y el Trisagio Angélico (Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten Misericordia de nosotros), muy difundido en Oriente y también en algunos países, órdenes y congregaciones de Occidente.
El Trisagio Angélico, es una oración de adoración y alabanza que se acostumbra rezar durante tres días, empezando en el viernes antes de la Solemnidad para terminar el Domingo.
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