“La adoración eucarística tiene como fin la persona divina de
nuestro Señor Jesucristo presente en el Santísimo Sacramento. Él está vivo,
quiere que le hablemos, Él nos hablará. Y este coloquio que se establece entre
el alma y el Señor es la verdadera meditación eucarística, es-precisamente- la
adoración. Dichosa el alma que sabe encontrar a Jesús en la Eucaristía y en la
Eucaristía todas las cosas...
“Que la confianza, la simplicidad y el amor os lleven a la
adoración”.
“Comenzad vuestras adoraciones con un acto de amor y abriréis
vuestras almas deliciosamente a su acción divina. Es por el hecho que comenzáis
por vosotros mismos que os detenéis en el camino. Pero, si comenzáis por otra
virtud y no por el amor vais por un falso camino…..El amor es la única puerta
del corazón”.
“Ved la hora de adoración que habéis escogido como una hora del
paraíso: id como se fuerais al cielo, al banquete divino, y esta hora será
deseada, saludada con felicidad. Retened dulcemente el deseo en vuestro
corazón. Decid: “Dentro de cuatro horas, dentro de dos horas, dentro de una
hora iré a la audiencia de gracia y de amor de Nuestro Señor. Él me ha
invitado, me espera, me desea”
“Id a Nuestro Señor como sois, id a Él con una meditación natural.
Usad vuestra propia piedad y vuestro amor antes de serviros de libros. Buscad
la humildad del amor. Que un libro pío os acompañe para encauzaros en el buen
camino cuando el espíritu se vuelve pesado o cuando vuestros sentidos se
embotan, eso está bien; pero, recordaos, nuestro buen Maestro prefiere la
pobreza de nuestros corazones a los más sublimes pensamientos y afecciones que
pertenecen a otros”.
“El verdadero secreto del amor es olvidarse de sí mismo, como el
Bautista, para exaltar y glorificar al Señor Jesús. El verdadero amor no mira
lo que él da sino aquello que merece el Bienamado”.
“No querer llegarse a Nuestro Señor con la propia miseria o con la
pobreza humillada es, muy a menudo, el fruto sutil del orgullo o de la
impaciencia; y sin embargo, es esto que el Señor más prefiere, lo que Él ama,
lo que Él bendice”.
“Como vuestras adoraciones son bastante imperfectas, unidlas a las
adoraciones de la Santísima Virgen”.
“Se estáis con aridez, glorificad la gracia de Dios, sin la cual no
podéis hacer nada; abrid vuestras almas hacia el cielo como la flor abre su
cáliz cuando se alza el sol para recibir el rocío benefactor. Y si ocurre que
estáis en estado de tentación y de tristeza y todo os lleva a dejar la
adoración bajo el pretexto que ofendéis a Dios, que lo deshonráis más que lo
servís, no escuchéis a esas tentaciones. En estos casos se trata de adorar con
la adoración de combate, de fidelidad a Jesús contra vosotros mismos. No, de
ninguna manera le disgustáis. Vosotros alegráis a Vuestro Maestro que os
contempla. Él espera nuestro homenaje de la perseverancia hasta el último
minuto del tiempo que debemos consagrarle”.
“Orad en cuatro tiempos: Adoración, acción de gracias, reparación,
súplicas”.
“El santo Sacrificio de la Misa es la más sublime de las oraciones.
Jesucristo se ofrece a su Padre, lo adora, le da gracias, lo honra y le suplica
a favor de su Iglesia, de los hombres, sus hermanos y de los pobres pecadores.
Esta augusta oración Jesús la continúa por su estado de víctima en la
Eucaristía. Unámonos entonces a la oración de Nuestro Señor; oremos como Él por
los cuatro fines del sacrificio de la Misa: esta oración reasume toda la
religión y encierra los actos de todas las virtudes...”
“1. Adoración: Se comenzáis por el amor termineréis por el amor.
Ofreced vuestra persona a Cristo, vuestras acciones, vuestra vida. Adorad al
Padre por medio del Corazón eucarístico de Jesús. Él es Dios y hombre, vuestro
Salvador, vuestro hermano, todo junto. Adorad al Padre Celestial por su Hijo,
objeto de todas sus complacencias, y vuestra adoración tendrá el valor de la de
Jesús: será la suya.
2. Acción de gracias: Es el acto de amor más dulce del alma, el más
agradable a Dios; y el perfecto homenaje a su bondad infinita. La Eucaristía
es, ella misma, el perfecto reconocimiento. Eucaristía quiere decir acción de
gracias: Jesús da gracias al Padre por nosotros. Él es nuestro propio
agradecimiento. Dad gracias al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo...
3. Reparación: por todos los pecados cometidos contra su presencia
eucarística. Cuánta tristeza es para Jesús la de permanecer ignorado,
abandonado, menospreciado en los sagrarios. Son pocos los cristianos que creen
en su presencia real, muchos son los que lo olvidan, y todo porque Él se hizo
demasiado pequeño, demasiado humilde, para ofrecernos el testimonio de su amor.
Pedid perdón, haced descender la misericordia de Dios sobre el mundo por todos
los crímenes...
4. Intercesión, súplicas: Orad para que venga su Reino, para que
todos los hombres crean en su presencia eucarística. Orad por las intenciones
del mundo, por vuestras propias intenciones. Y concluid vuestra adoración con
actos de amor y de adoración. El Señor en su presencia eucarística oculta su
gloria, divina y corporal, para no encandilarnos y enceguecernos. Él vela su
majestad para que oséis ir a Él y hablarle como lo hace un amigo con su amigo;
mitiga también el ardor de su Corazón y su amor por vosotros, porque sino no
podríais soportar la fuerza y la ternura. No os deja ver más que su bondad, que
filtra y sustrae por medio de las santas especies, como los rayos del sol a
través de una ligera nube.
El amor del Corazón se concentra; se lo encierra para hacerlo más
fuerte, como el óptico que trabaja su cristal para reunir en un solo punto todo
el calor y toda la luz de los rayos solare. Nuestro Señor, entonces, se
comprime en el más pequeño espacio de la hostia, y como se enciende un gran
incendio aplicando el fuego brillante de una lente sobre el material
inflamable, así la Eucaristía hace brotar sus llamas sobre aquellos que
participan en ella y los inflama de un fuego divino... Jesús dijo: « he
vendio a traer fuego sobre la tierra y cómo querría que este fuego inflamase el
universo. » « Y bien, este fuego divino es la Eucaristía », dice san Juan
Crisóstomo. Los incendiarios de este fuego eucarístico son todos aquellos que
aman a Jesús, porque el amor verdadero quiere el reino y la gloria de su
Bienamado”.
Adoración Eucarística Perpetua en España
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