Virgen y Madre Inmaculada, mira con
ojos misericordiosos al hijo que viene a Ti, lleno de confianza y amor, a
implorar tu maternal protección, y a darte gracias por el gran don celestial de
tu bendita Medalla Milagrosa.
Creo y espero en tu Medalla, Madre
mía del Cielo, y la amo con todo mi corazón, y tengo la plena seguridad de que
no me veré desatendido. Amén.
Fueron tantos y tan portentosos los milagros obrados por
doquier por la nueva medalla (conversiones de pecadores obstinados, curación de
enfermos desahuciados, hechos maravillosos de todas clases) que la voz popular
empezó a denominarla con el sobrenombre de la medalla de los milagros, la
medalla milagrosa; y con este apellido glorioso se ha propagado rápidamente por
todo el mundo.
Deseosos de contribuir también nosotros a la mayor gloria
de Dios y honor de su Madre Santísima, seamos desde este día apóstoles de su
milagrosa medalla.
ORACIONES FINALES
Después de unos momentos de pausa
para meditar el punto leído y pedir la gracia o gracias que se deseen alcanzar
en esta Novena, se terminará rezando:
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen
María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra
protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta
confianza, a Vos acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el
peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Oh madre de Dios, no
desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.
Rezar tres avemarías con la
jaculatoria:
OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS.
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