A veces queremos solucionar las cosas a la manera humana, y
no pensamos que Dios nos puede dar la solución a su manera, que siempre es la
más perfecta.
Si los servidores de las bodas de Caná hubieran querido actuar por su cuenta y solucionar la falta de vino, quizás hubieran pensado en fabricar alguna bebida azucarada, u otras formas de paliar la falta de vino, todas soluciones humanas y muy pobres e imperfectas. Pero Dios quería actuar y convirtió el agua en vino.
Los servidores sólo tuvieron que ocuparse por el duro trabajo de llenar las tinajas con agua, es decir, de lo natural, de lo común.
También en las multiplicaciones de los panes, Dios solucionó todo a la manera divina, convirtió los pocos panes y peces en alimento para miles de personas.
Es decir que Dios quiere actuar en nuestra vida, pero a su manera, y a nosotros nos pide que hagamos lo común, lo natural, que es rezar mucho, recibir los sacramentos y confiar en Dios, poniendo los medios para que el Señor actúe.
Cuando la Virgen en todas sus apariciones nos pide que recemos mucho el Rosario, es esto lo que nos pide: que pongamos los medios naturales, que llenemos de agua las tinajas, que donemos nuestros pocos panes y peces, que Dios hará todo lo demás. Nos pide que hagamos una nueva evangelización, que llenemos del agua del Evangelio a las naciones, que luego el milagro de salvar el mundo lo hará Dios.
Por eso no debemos cansarnos de rezar que, aunque Dios nos haga esperar un poco, en un abrir y cerrar de ojos nos dará la solución a nuestro problema.
Confiemos en Él y no dejemos la oración por nada del mundo, porque Dios quiere que pongamos nuestro “poco”, lo natural, para multiplicarlo prodigiosa y sobrenaturalmente.
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