Matar el error, amar al que yerra
A veces no nos terminamos de decidir a ir por el camino del
bien, del cumplimiento de los Diez mandamientos, y queremos también transitar
por el camino del placer y del pecado. Pero ya el Señor nos ha dicho en su
Evangelio que el camino que lleva a la Vida, es decir, al Cielo, es el camino
estrecho del cumplimiento de los mandamientos.
No podemos andar por los dos caminos al mismo tiempo, como
quien le enciende una vela a Dios y otra vela al demonio, pues en realidad le
está encendiendo dos velas al demonio.
Dios y Satanás son irreconciliables, ¿y queremos
reconciliarlos nosotros en nuestro interior? Estamos muy equivocados y ya es
tiempo de que tomemos en serio nuestra vida, porque es la única que tenemos, y
debemos aprovecharla para hacer méritos para ganarnos el Paraíso y evitar el
Infierno eterno.
El demonio usa la táctica de siempre, la que usó con Eva.
Efectivamente el diablo quiere sugerirnos que Dios manda cosas imposibles, o
muy difíciles, como es el caso del cumplimiento de los Diez Mandamientos. Así
le dijo a Eva, que el fruto prohibido no era malo, y que era inofensivo, e
incluso bueno para adquirir sabiduría.
Ahora el demonio actúa así con nosotros, nos quiere hacer
creer que los mandamientos de Dios son un capricho de Él, y que hay que
satisfacer todas nuestras pasiones, porque se vive una sola vez y hay que
aprovechar la vida.
Como al diablo le dio buen resultado la primera tentación,
la sigue usando ahora con los incautos, y ojalá nosotros no seamos de su
número, porque cueste lo que cueste debemos obedecer a Dios, que manda cosas
justísimas, y en cambio el diablo es el homicida que nos quiere perder para
siempre.
Seamos astutos y no nos dejemos embaucar por este Mentiroso
ángel de las tinieblas, porque lo único que importa en este mundo es que
salvemos nuestra alma. Todo lo demás es secundario.
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