ORACIÓN PREPARATORIA
Virgen y Madre Inmaculada, mira con
ojos misericordiosos al hijo que viene a Ti, lleno de confianza y amor, a
implorar tu maternal protección, y a darte gracias por el gran don celestial de
tu bendita Medalla Milagrosa.
Creo y espero en tu Medalla, Madre
mía del Cielo, y la amo con todo mi corazón, y tengo la plena seguridad de que
no me veré desatendido. Amén.
Las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa
constituyen indudablemente una de las pruebas más exquisitas de su amor
maternal y misericordioso.
Amemos a quien tanto nos amó y nos ama. "Si amo a
María -decía San Juan Bérchmans- tengo asegurada mi eterna salvación".
Como su feliz vidente y confidente, Santa Catalina Labouré,
pidámosle cada día a Nuestra Señora, la gracia de su amor y de su devoción.
ORACIONES FINALES
Después de unos momentos de pausa
para meditar el punto leído y pedir la gracia o gracias que se deseen alcanzar
en esta Novena, se terminará rezando:
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen
María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra
protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta
confianza, a Vos acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el
peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Oh madre de Dios, no
desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.
Rezar tres avemarías con la
jaculatoria:
OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS.
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