Hoy amanece para ti un
nuevo día,
y es como una
resurrección,
ya que cada noche,
cuando cierras tus ojos,
no sabes ciertamente
si despertarás
para gozar de un nuevo
día.
Hoy, al despertar,
ponte en las manos de Dios,
y entrégale todo tu
nuevo día.
Y mientras el sol te
va regalando
la luz de un nuevo
día, que llena
de claridad y hace
nuevas todas las cosas,
piensa en Dios y
confíale cada minuto,
cada una de tus horas,
pidiéndole que Él
dirija tu pasos a
través de este día.
No dudes ni por un momento cuando sientas
que los problemas
también despertaron contigo.
Él estará a tu lado y
no permitirá que nada
te suceda; ten
presente sus palabras:
“No se inquieten por
su vida, pensando
qué van a comer o qué
van a beber,
ni por su cuerpo,
pensando con qué
se van a vestir. ¿No
vale acaso más
la vida que la comida
y el cuerpo
más que el vestido?” (Mt 6, 24-25)
Si te sientes angustiado, viendo que todo
te supera y te sientes
asediado por mil
fantasmas, ciertos o
imaginarios,
no dudes ni por un
instante, confíale
todo y ponte
dócilmente en su manos.
Cuando no comprendas
el porqué
de tantas cosas que
diariamente te suceden;
cuando ya dudes hasta
de tus propios amigos,
no vaciles, confíale
todas tus cosas,
y no dudes que Él te
guiará aún en medio
de las peores
tormentas.
Cuando te sientas
enfermo, agobiado,
ya sin fuerzas para
enfrentar la vida,
ponte sin dudar en las
manos de Dios
y confíale todos tus
problemas,
ten confianza, que no
quedarás defraudado.
“No se inquieten entonces, diciendo:
«¿Qué comeremos, qué beberemos,
o con qué nos vestiremos?»
Son los paganos los que van detrás
de estas cosas. El Padre que está en el
cielo
sabe bien que ustedes las necesitan.” (Mt 6, 33)
Hoy expulsa de tu casa,
de tu vida,
toda tristeza y toda
melancolía;
abre tus ventanas,
deja el sol radiante
del nuevo día, que hoy
te da Dios,
te ilumine; ponte en
sus manos y confía.
Miguel A. Osimani
celebrandolavida.org
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