De tus soportales sagrados para vivir cómodamente,
anunciando que, creo en Ti, pero sin vivir en Ti.
Sólo entonces, oh Señor,
te pido que vengas en mi ayuda,
que inclines y vuelvas las mesas de mi autosuficiencia,
para que, siendo humilde, contemple tu grandeza,
y amándote, considere lo que me rodea poco o nada.
Que no me aproveche, Señor.
De tu clemencia, siempre constante y oportuna,
para repetirte cómo y cuándo me has de dar,
a cambio de cuánto y para qué me has de dar.
Que no me aproveche, Señor.
De la buena voluntad de los que creen,
permaneciendo en la sombra de tus atrios santos,
sin indicarles el camino que conduce hacia Ti.
Que no sea, Señor, tropiezo ante el que te busca.
Que no sea, Señor, egoísta en mi servicio,
ni busque, entregándome y siguiéndote.
otra cosa que no sea el brindarme por Ti y para Ti.
Que no me aproveche, Señor.
De tus caminos, para buscar sólo mi senda.
De tus moradas, para convertirlas en mi casa.
De tu silencio, para cargarlo con mis ruidos.
De tu suelo, para profanarlo inútilmente con mis ideas.
Que no me aproveche, Señor.
De los que quieren llegar a Ti,
distrayéndoles de tu santa mirada.
De los que peregrinan hacia Ti,
vendiéndole signos contrarios a tu presencia.
De los que quieren hablarte y rezarte,
confundiéndoles con mi voz o con mis gritos.
Que no me aproveche, Señor.
Y que sepa amar, respetar
y cuidar los aledaños que conducen
a tus brazos de Padre, a tu Palabra de amigo,
a tu voz con y en el Espíritu.
P. Javier Leoz
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