En donde, la muerte, lejos de ser fracaso,
será por Cristo, culmen de una misión.
En donde el llanto y el dolor, por la vida,
serán respuesta y salvación
para todo el que, mirando a Jesús,
esté dispuesto a morir un poco.
Ha llegado la hora.
En la que, sin ver frutos aparentemente,
descubramos que es importante sembrar,
dar y entregarnos, aún sin recibir agasajos aquí,
brindarnos y negarnos,
aún a riesgo de aparecer como fracasados.
Ha llegado la hora.
De saber que, estando unidos a Cristo,
nuestro mañana incierto
será una Pascua definitiva y feliz.
De soñar que, el mundo roto y sin horizontes,
contará con un Aliado en el más allá,
invitándonos a superarnos,
a levantar la cabeza, a alzar
nuestros ojos a la invitación de Dios.
Ha llegado la hora.
En que, además de esperar de Dios,
nos empeñemos más en nuestra misión.
En que, además de aguardar al Señor,
avancemos por la tierra,
despertando fe y esperanza,
ilusiones y caridad, alegría y gozo.
Ha llegado la hora.
De contemplar, frente a frente y sin miedo,
la pobreza que cuelga de la cruz.
De contemplar, sin dudas ni temores,
la riqueza de amor que se desangra en la cruz.
De contemplar, con agradecimiento y fe,
el Misterio Divino que muere y calla en la cruz.
¡ Ha llegado la hora!
P. Javier Leoz
Fuente:celebrandolavida.org
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