Cuando recéis, no uséis muchas palabras. La oración nace del corazón, es como la mirada de una madre que sabe lo que pasa en el hijo sin que se diga nada. Igual la relación con el Padre, no necesitamos hablar mucho para saber lo que necesitamos y nos ayude a cumplir su voluntad.
Señor
Jesús, purifica mi corazón, encíendelo de amor y de caridad. Haz crecer
en mí el deseo de la santidad. Por medio del Corazón Inmaculado de
María, yo …, me consagro enteramente a tu corazón para amarte y
servirte.
Amén
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