Considera cuál fue el amor y la ternura de José al mirar con sus propios ojos al Hijo de Dios hecho Niño, oyendo al mismo tiempo a los ángeles, que cantaban alrededor de su recién nacido Señor. Afortunado Patriarca, por aquel consuelo que experimentasteis al ver por vez primera a Jesús Niño tan bello y gracioso, alcanzadme la dicha de que yo también le ame con vivo amor en la tierra, para ir después un día a gozar con Él en el Paraíso.
Mandó a Herodes que fuesen degollados todos los niños del término de
Belén. Mas Dios quiso librar por entonces a su Hijo de la muerte, y
envió un Ángel para avisar a José que tomase al Niño y a su Madre y
huyesen a Egipto. Y al punto José emprende aquel viaje largo y penoso.
Santo protector mío, por vuestra pronta y continua obediencia a la
voluntad de Dios, alcanzadme la gracia de obedecer puntualmente los
preceptos divinos, y que en el viaje de esta vida no pierda jamás la
compañía de Jesús y María.
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