Esposo de la Madre de Dios, ruega por nosotros.
Sólo a un hombre tan puro y humilde como San José pudo encomendar el Señor la llamada de ser esposo de la Madre de Dios.
¡Qué lazo tan sublime, formado por el Espíritu Santo; el más sagrado después del que une la humanidad con la divinidad en Cristo, o como el vínculo que unía a María con Jesús!
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