Santo y bienaventurado padre en Cristo, el bondadoso Jesús: su indigna y miserable hija Catalina le da coraje en su preciosa Sangre. Con el deseo de verlo sin ningún temor servil, ya que el que tiene temor pierde toda la fuerza de santas resoluciones y buenos deseos. (…) Si no hace lo que tiene que hacer, con razón tiene temor.
Debe venir a Roma, venga. Venga con mansedumbre, sin temores. Si alguien de los que lo rodean se lo quiere impedir, respóndale intrépidamente como Cristo respondió a san Pedro, que quería por ternura evitar la Pasión. Cristo se vuelve hacia él y le dice: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres” (Mt 16,23). Haga lo mismo tierno padre, imite al que es usted el Vicario. Fortifíquese en usted mismo y diga alto delante de todos: “Aunque tenga que perder mil veces la vida, quiero cumplir la voluntad de mi Padre”. Supongamos que la vida está en peligro, ¿no hay que sacrificarla? Es un medio certero de adquirir la vida de gracia.
¡Coraje! No tema nada, no debe temer nada. Ármese con la santa Cruz, salvación y vida de los cristianos. Deje decir lo que quieran decir y sea firme en su santa resolución. (…) Crea y confíe en Cristo, el bondadoso Jesús. (…) Permanezca en la santa y mansa dilección de Dios. Perdóneme, perdóneme. Qué Jesús crucificado sea con usted. Bondadoso Jesús, Jesús amor.
Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
Carta 8, a Gregorio XI (Lettres,I,Téqui, 1976), trad. sc©evangelizo.org
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