[Santa Catalina escuchó a Dios decir:] Hija muy querida, narra el santo Evangelio que cuando mi Verdad mandó al glorioso apóstol Pedro echar sus redes al mar, Pedro respondió que toda la noche se había cansado de hacerlo, sin pescar nada (Lc 5,5). Pero agregó que, ya que se lo mandaba, las echaría. Echó la red y sacó tantos peces que no podía tirar solo y debió llamar a los discípulos en su ayuda. ¡Considera esta acción de Pedro! En la realidad que ha sido narrada, descubrirás una figura y comprenderás que esa figura se aplica a ti. (…)
Pedro, como dije, al mandato del Verbo tiró la red. Fue obediente y al creer con una viva fe que pescaría, sacó muchos peces. Pero no fue durante la noche. ¿Sabes cuál es ese tiempo de la noche? Es la noche tenebrosa del pecado mortal, en la que el alma está privada de la luz de la gracia. En esa noche, ella no podría sacar nada porque echa la red de su deseo no en el océano de vida sino en el mar muerto, donde sólo encuentra la falta. Se fatiga en vano, todos sus esfuerzos son inútiles. Los que se imponen todas esas penas se hacen mártires del demonio, no de Cristo crucificado.
Pero cuando aparece el día, cuando el alma sale de la noche del pecado para recuperar la luz de la gracia, encuentra al mismo tiempo en su espíritu el mandamiento de la ley que le he dado. La ley de echar la red al escuchar la palabra de mi Hijo: amarme sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. Dócil desde entonces a la luz de la fe, con firme confianza, echa la red al oír su palabra, siguiéndola doctrina y ejemplos del tierno Verbo de Amor y de sus discípulos.
Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
Diálogos, La Providencia de la Misericordia XII (Le dialogue, II, Téqui, 1976), trad. sc©evangelizo.org
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