Miguel, Gabriel, Rafael,
los espíritus señeros
y arcángeles mensajeros
de Dios, que estáis junto a él.
A vuestro lado se siente
alas de fiel protección,
incienso de la oración
y el corazón obediente.
«¿Quién como Dios?» es la enseña,
es el grito de Miguel,
y el orgullo de Luzbel
al abismo se despeña.
Gabriel trae la embajada
divina, y le lleva al Padre
el «sí» de la Virgen Madre,
del Sol de Cristo alborada.
Por la ruta verdadera
Rafael nos encamina
y nos da la medicina
que cura nuestra ceguera.
Dios que nos diste a los ángeles
por guías y mensajeros,
danos el ser compañeros
del cielo de tus arcángeles.
Amén.
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