MIGUEL
Brillaron en tus manos los rayos de Dios que limpiaron el Cielo de rebeldes endiosados.
Tu mirada es una flecha presta a matar el pecado, y ante tu espada poderosa, la soberbia se transformó en miedo y abandonaron las tierras de Dios esas almas orgullosas ante la voz de “¡Quién como Dios!”
Cúbrenos con tu escudo y que siempre ondee en la lucha de nuestra alma tu bandera victoriosa.
GABRIEL
Dios reservó tu voz para anunciar la Salvación a su hija predilecta, a María.
Fuiste mensajero de los deseos divinos y le anunciaste a ella que sería el vientre de Dios.
“No temas,…” (bálsamo). “Has hallado gracia ante Dios…” (ánimo).
“Concebirás en tu seno….”(ilusión) . “El Espíritu Santo te cubrirá…” (milagro).
Gabriel, gracias por dejar en nuestra Madre el sello de Dios.
RAFAEL
Defensor del indefenso, que tiendes tu mano a quien lo necesita.
Invisible retaguardia, auxilio imprevisto, ayuda inesperada, eterna compañía, nunca dejarán tus ojos de vigilarnos aunque saboreemos la soledad o sea el silencio nuestro aliado.
Santos Arcángeles, bienhechores de Dios, velad, desde vuestros tronos, por estos mortales que os suplican; sed nuestros escudos, nuestros mensajeros, nuestros aliados hasta que veamos, como vosotros, cara a cara a Dios.
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