Septiembre 11
Hazte de vez en cuando esta pregunta:
-¿Para qué estoy yo en la vida?
Quizá no te la hagas por temor de que te quite el sueño.
Te puedo asegurar, que
es todo lo contrario.
Cuando uno no sabe a ciencia cierta para qué está en el mundo, indudablemente no tiene la paz suficiente para conciliar el sueño; al menos un sueño
reparador.
Mientras que, cuando se tiene lúcido el horizonte, cuando se sabe a ciencia
cierta de dónde se viene y a dónde se va, la tranquilidad del espíritu se trasvasa al
mismo cuerpo y éste puede entregarse al descanso y gozar de él de un modo más
profundo y reparador.
Es preciso fijarse metas, mirar hacia el futuro y no ahogarse con las limitaciones
del presente.
Es preciso recordar que sobre la tierra está el cielo; y el azul del firmamento es
siempre más hermoso que el ocre de la tierra.
"Desde ahora me aguarda la corona de la justicia, que aquel día me entregará el Señor, el justo Juez; y no solamente a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su manifestación" (2 Tim, 4,8). Nadie es tan generoso como el Señor; de nadie debes tener tanta confianza como de El; nada de lo que haces por El, cae en el vacío.
Padre nuestro...
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