Dicen que cuando la sagrada familia huyó a Egipto, con María llevando en sus brazos al niño Jesús, las flores del camino se iban abriendo a medida que pasaban cerca de ellas. La Lila alzó sus ramas orgullosas y emplumadas, el lirio abrió su cáliz inmaculado, el Romero, sin pétalos ni belleza, entristeció lamentando no poder complacer al niño.
Cansada, María se detuvo al borde del río y mientras el niño dormía, lavó su ropa pequeña.
A continuación miró alrededor, buscando un lugar para extenderlas.
El lirio quebrará con el peso y el lila es demasiado alto.
Las puso entonces sobre el romero y él suspiró de alegría, agradeció de corazón la nueva oportunidad y las mantuvo al sol durante toda la mañana.
-- Gracias, amable romero! Dijo María, - de aquí en adelante ostentarás flores azules para recordar el color del manto que estoy usando. Y no son sólo flores que te doy en agradecimiento, pero todas las ramas que han sostenido la ropa del pequeño Jesús serán aromáticas.
"Bendigo raíz, hoja, tallo y flor, que a partir de este instante tendrán el aroma de santidad y aportarán alegría".
Reflexión, cuando sientas que no eres digno, ni tienes nada bueno que aportar recuerda que Dios te Ama y te dió una misión especial.
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