Oh Virgen, tu gloria supera todas las cosas creadas.
¿Qué hay que se pueda semejar a tu nobleza, madre del Verbo Dios?
¿A quién te compararé, oh Virgen, de entre toda la creación? Excelsos son los ángeles de Dios y los arcángeles, pero ¡cuánto los superas tú, María!
Los ángeles y los arcángeles sirven con temor a aquel que habita en tu seno, y no se atreven a hablarle; tú, sin embargo, hablas con Él libremente.
Decimos que los querubines son excelsos, pero tú eres mucho más excelsa que ellos: los querubines sostienen el trono de Dios;
Tú, sin embargo, sostienes a Dios mismo entre tus brazos.
Los serafines están delante de Dios, pero tú estás más presente que ellos; los serafines cubren su cara con las alas no pudiendo contemplar la gloria perfecta; tú, en cambio, no sólo contemplas su cara, sino que la acaricias y llenas de leche su boca santa.
(Oraciones a la Santísima Virgen María)
(San Atanasio de Alejandría, Doctor de la Iglesia, 295 - 373)
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