Cuentan de un alma que llegó al cielo, y lo primero que pidió a San Pedro es poder conocer al ángel que había consolado a Jesús en el huerto de los olivos. San Pedro le dijo dónde encontrarlo, y el alma se fue derecho hacia el tumulto celestial que le había indicado el apóstol, en busca del ángel.
Una vez a solas con él, le hizo una pregunta por la que sentía enorme curiosidad. Él era el ángel que había consolado al Señor en medio de la angustia de Getsemaní, y quería saber qué era exactamente lo que le había dicho a Jesús para animarle y consolarle.
El ángel entonces miró con inmenso cariño al alma curiosa, y le dijo: “Le hablé de ti y del amor que ibas a tenerle, eso animó a Jesús.
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