Caídas de Jesús
El Señor quiso caer en el camino al Calvario, para darnos ejemplo
de que nosotros en la vida, mientras llevamos la cruz tras Jesús, tendremos
también caídas, y muchas veces nos parecerá imposible levantarnos, e incluso no
pocas veces no tendremos a nadie que nos ayude.
Pero nunca la prueba puede ser superior a nuestras fuerzas, y si la
tentación es de diez, Dios da diez e incluso más, sólo que está en nosotros
querer aceptar esa ayuda.
Cuando caemos por tierra en el camino de la vida, nos hacemos
adultos en la fe, porque entendemos en carne propia lo que significa morder el
polvo y estar tirados por tierra, abatidos y derrotados. Así comprendemos mejor
a quienes se han detenido en el camino, los que lo han abandonado, y entonces
nos hacemos prudentes y buenos, compasivos con todos, porque sabemos en carne
propia lo difícil que es la vida.
Lo importante es que al fin de nuestros días tengamos un corazón
misericordioso y capaz de compadecerse. Y si no tenemos pruebas y caídas en la
vida, corremos el riesgo de seguir siendo indiferentes para con los hermanos, y
creernos todopoderosos, y sin necesidad de la ayuda de Dios ni del prójimo.
También, al hacer experiencia de las caídas, rezaremos también
todos los días por quienes han caído, para que tengan fuerza de levantarse y
continuar el camino hacia el Cielo, ya que ningún camino de flores conduce a la
gloria.
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