Es la Flor del Carmelo. Es la Ciudad de Dios, la Morada del Altísimo. María Santísima, que todos conozcan las grandezas de tus méritos y virtudes.
Dios es independiente y suficiente en Sí mismo. Pero por su propia voluntad, no ha querido hacer la obra de los siglos, la recapitulación, sin María: el mundo no era digno de recibir al Verbo de Dios directamente de Él, sino por medio de María. Sólo en el cielo podremos mirar a esta Madre a los ojos y decir: gracias por tu "Fíat", por tu misericordia para con tus hijos, pobres desterrados, hijos de Eva infiel.
Gracias, Madre Celestial, por habernos dado el Santo Escapulario. Gracias porque donde tú moras, el Espíritu Santo corre a habitar complacido y a derramar sus tesoros inefables.
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