es. Él respeta la libertad. Hace poco leía un caso de una mujer que en su lecho de muerte no solo despreció la ayuda del sacerdote que fue a verla, sino que escupió la cruz que se le mostró y así murió... Dios no obliga a nadie. Nos respeta.
Pero para el que de veras desea estar con el Señor, aunque se acumulen muchos pecados en el alma, si se pide perdón de corazón, Dios abraza y perdona. "Al que venga a Mí, no lo echaré fuera". Esto nos debe dar mucha esperanza, porque Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. El Señor no cesa de derramar sus gracias, hasta el último segundo de vida.
Pidamos cada día por todos los moribundos y agonizantes, para que la Santísima Virgen junto a San Miguel Arcángel los asista, y el Señor los abrace en su amor misericordioso.
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