Algunas veces,
cuando nos ponemos en presencia de Dios,
no nos encontramos sin palabras.
Estamos preparados para hablar con Él
y para escuchar lo que tiene que decirnos.
Suele respondernos
con inspiraciones serenas,
en la silenciosa cadencia de nuestro corazón.
Su voz colmara nuestra alma
cuando nos ponemos en presencia de Dios,
no nos encontramos sin palabras.
Estamos preparados para hablar con Él
y para escuchar lo que tiene que decirnos.
Suele respondernos
con inspiraciones serenas,
en la silenciosa cadencia de nuestro corazón.
Su voz colmara nuestra alma
de su consuelo y de
su fortaleza.
Si estas disponible
para hablarle al Señor,
háblale en la oración.
Alábalo. Escúchalo.
Pero si, aun teniendo el corazón
lleno de cosas que deseas decir a Dios,
no tienes palabras para hacerlo,
tan solo permanece donde estás,
en la presencia de Dios.
Él te ve allí y bendice tu silencio.
Y tal vez, descienda hacia ti
y te tome de la mano,
caminando contigo,
conversando contigo,
llevándote amablemente
al jardín de su Amor.
Pase lo que pase,
es una gran gracia.
Si estas disponible
para hablarle al Señor,
háblale en la oración.
Alábalo. Escúchalo.
Pero si, aun teniendo el corazón
lleno de cosas que deseas decir a Dios,
no tienes palabras para hacerlo,
tan solo permanece donde estás,
en la presencia de Dios.
Él te ve allí y bendice tu silencio.
Y tal vez, descienda hacia ti
y te tome de la mano,
caminando contigo,
conversando contigo,
llevándote amablemente
al jardín de su Amor.
Pase lo que pase,
es una gran gracia.
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