Querido hombre y
mujer:
He escuchado tu
grito de Adviento.
Está delante de
mí.
Tu grito, golpea
continuamente a mi puerta.
Hoy quisiera
hablar contigo para que repienses tu llamada.
Hoy te quiero
decir: ¿Por qué Dios preguntas?
¿A qué Dios
esperas?
¿Qué has salido
a buscar y a ver en el desierto?
Escucha a tu
Dios, mujer y hombre de Adviento:
"No llames
a la puerta de un dios que no existe,
de un dios que
tú te imaginas...
Si esperas...
ábrete a la sorpresa del Dios que viene,
y no del dios
que tú te haces...
Tú, hombre y
mujer, todos, tenéis
siempre la misma
tentación:
hacer un dios a
vuestra imagen.
Yo os digo, Yo
Dios de vivos,
soy un Dios más
allá de vuestras invenciones.
Vosotros salís a
ver dónde está Dios...
os dicen:
"aquí está” pero no lo veis,
y os sentís
desanimados porque Dios
no está donde os
han dicho...
Y Dios está
vivo, pero vosotros
no tenéis
mentalidad de Reino:
no descubrís a
Dios en lo sencillo.
Os parece que lo
sencillo es
demasiado poco
para que allí esté Dios.
Sabedlo: Yo, el
Señor Dios,
estoy en lo
sencillo y pequeño...
Hombre y mujer
de hoy y de siempre:
deja espacio a
tu Dios dentro de tu corazón.
Sólo puedo nacer
y crecer donde mi Palabra es acogida.
Qué tranquilo te
quedas, haciendo –lo que hay que hacer–
porque –haciendo las cosas de siempre–
evitas la
novedad del Evangelio.
Pero Yo te digo
que tu corazón queda cerrado,
y tus ojos
incapaces de ver el camino
por donde Yo
llego.
No te defiendas
como haces siempre.
No te escondas
bajo ritos vacíos.
Hombre y mujer,
si me esperas,
deja de hacerme
tú el camino
y ponte en el
camino que
Yo te señalo por
boca de los profetas.
Abre el corazón
a mi Palabra.
Yo, tu Dios, te
hablo.
P. Javier Leoz
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma