Aunque lo haga de una forma equivocada,
e incluso, a veces porque me das lo que me
conviene.
Pero créeme, Señor, que te busco porque te quiero.
Aunque a veces la cruz me pese demasiado.
Aunque, en otros momentos,
no entienda en algo o en mucho tus misterios.
Aunque, la vida terrena,
me guste más que aquella que en el cielo me espera.
Te busco, Señor.
No por lo que me das, aunque me lo ofrezcas.
No porque me acompañas, que te lo agradezco.
No porque me iluminas,
aunque a veces prefiera vivir en la oscuridad.
Sólo sé, Señor, que te busco.
En cada día y en cada acontecimiento.
En la escasez y en la abundancia.
En el llanto y en la sonrisa.
Cuando las cosas vienen de frente
y, cuando el suelo por debajo de mis pies,
se abre en un peligroso boquete.
Te busco, Señor.
Aunque mi fe no sea sólida
y, a veces, exija pruebas de tu presencia.
Aunque dude, y a continuación,
te de la espalda y no pueda defenderte.
Aunque no trabaje demasiado
por tu causa y por tu Evangelio.
Sólo sé, Señor, que no dejo de buscarte.
Que no dejo de quererte.
Que no dejo de pensar
que, sin Ti, mi vida sea muy diferente.
Gracias, Señor.
P. Javier Leoz
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