Cruzarás los muros de las ciudades
y los aledaños de nuestros pueblos.
Escucharás alabanzas y marchas triunfales,
vítores y adhesiones.
Mas, Tú sabes Señor que, antes que después,
detrás de aquellas piedras sillares,
se esconde en alguna esquina
la cruz que sostendrá tu cuerpo.
¿Y te atreves, Señor, a seguir adelante?
Siendo Rey de Reyes
montarás en un humilde pollino
cuando, sobre Ti, por tu pasión y muerte,
quieres cabalgar a toda la humanidad doliente.
¿Y te conformas, Señor, con tan injusto pago?
Subes, Jesús, aclamado y reverenciado,
por calles con sabores contradictorios.
El de la alegría y, en el fondo, el de la tristeza.
El de la aclamación y, mañana, el de la traición.
El de “somos tuyos”, hoy,
y el de “no te conocemos”, mañana.
¿Y te atreves, oh Señor,
a avanzar por estas calles con final de pasión?
No dejes de hacerlo, Señor.
Si Tú no lo haces, estamos llamados a la perdición.
Si Tú no culminas este camino,
nunca tendremos la dicha de ver al Padre,
de comprobar, en tus propias carnes,
el infinito amor, tremendo amor,
que a todos nosotros nos tiene.
Deja, oh Señor, que nuestras débiles manos,
temblorosas pero a la vez humanas,
aclamen tu señorío y tu poder,
tu majestad y tu reinado.
¡Entra, oh Señor, a la Jerusalén
de nuestros pueblos y de nuestras ciudades!
Que, hoy más que nunca,
necesitamos amor de Dios en nuestras plazas,
amor de Dios en un madero,
amor de Dios en una mesa,
amor de Dios a nuestros pies,
amor de Dios en los sacerdotes,
amor de Dios para darnos Vida Eterna.
Amor de Dios anticipo de Eterna Resurrección.
Amén.
P. Javier Leoz
celebrandolavida.org
Hola Magda como estas? Hermosa entrada dedicada a nuestro Señor...feliz y bendecido domingo de ramos, un abrazo
ResponderEliminar