a cuya fiel guarda fueron encomendadas
la misma inocencia,
Cristo Jesús, y la Virgen de las vírgenes María;
por estas dos queridísimas prendas,
Jesús y María,
os suplico y ruego me concedáis la gracia de que,
preservándome de toda inmundicia
sirva siempre con puro corazón,
casto cuerpo y mente sin mancilla
a Jesús y María.
Amén.
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