Todos los días nos preocupamos por muy distintos motivos.
Puede ser el trabajo, o quizás la situación sentimental, un problema con
un amigo, o dificultades económicas. Le ponemos gran atención a estas
situaciones, y muchas veces no encontramos la salida.
Sin embargo, piensa que cada parte de tu cuerpo, cada órgano, cada
célula funciona con gran coordinación para lograr que cada día te despiertes y
sientas la luz del sol. Llevas a cabo todas tus actividades, sin preocuparte de
cómo tu corazón hace fluir la sangre por tu cuerpo, o cómo asimilas los
alimentos. Piensa en que todas las partes que te forman funcionan sin que te
preocupes de ellas.
Todo ello ocurre sin que le prestes atención.
De igual manera lo que te rodea tiene su camino, y eres tú quien puede
decidir la propia vía. Deja que la vida fluya a tu alrededor. Todo tiene su
constante fluir, también tú lo tienes. Cuando descubras tu camino, cuando
sientas tu dirección, verás que las dificultades tienen su solución, podrás
aprender de ellas y dejarlas atrás. Cada problema es como una flor, de la que
la abeja saca el polen y luego sigue su vuelo. No te quedes en un problema, no
te dejes embargar por la preocupación, pues mientras más lo pienses, más te
atarán.
Considera que en la vida no hay problemas, sólo situaciones por
resolver. Cuando te des cuenta de que la vida es simple, que cada uno de sus
elementos tienen una razón de ser, cuando comprendas que los problemas en
realidad no existen, podrás iniciar tu camino hacia la felicidad.
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