Quiero ser bienaventurado, Señor,
mirando hacia el cielo,
cuando se me invita solamente
a clavar mis ojos en la tierra,
a orientarlos hacia el suelo.
Quiero, Señor, un mundo al revés:
Donde la riqueza, sea tenida como pobreza.
Donde la pobreza, sea exaltada como riqueza.
Donde aquellos que lloran sean cánticos de gloria,
y, donde aquellos que ríen,
sepan que, su alegría, es en poco tiempo nada.
Quiero, Señor, un mundo al revés:
¡Un mundo de bienaventuranzas!
¡Un mundo de felicidad!
¡Un mundo de corazones vacíos de trastos!
¡Un mundo con el corazón lleno de Ti!
¿Cómo llegar a ese mundo al revés?
Sólo Tú, Señor, tienes el secreto para conseguirlo:
Un mundo que llora, son hombres que aman.
Un mundo que sufre, es un mundo que sabe superarse.
Un mundo que se abre, es un mundo que no olvida.
Un mundo que busca la paz, es un mundo que busca el cielo.
Un mundo que es perseguido, es un mundo que no se conforma.
Pero ¿estamos hablando del mismo mundo, Señor?
¿De hombres que estén dispuestos a llorar, sufrir,
brindarse, ser limpios de corazón, perseguidos o ajusticiados
por causa de tu nombre, Señor?
Por eso, amigo y Señor, porque el mundo no va bien,
ayúdanos, con las bienaventuranzas,
a darle la vuelta, a cambiarlo,
y, si hace falta, a ponerlo al revés.
¡Sólo así, seremos bienaventurados!
¡Felices y contentos!
P. Javier Leoz
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