¡Oh Corazón de
María, Madre de Dios y Madre nuestra; Corazón amabilísimo, objeto de las
complacencias de la adorable Trinidad y digno de toda la veneración y ternura
de los Angeles y de los hombres; Corazón el más semejante al de Jesús, del cual
sois la más perfecta imagen; Corazón lleno de bondad y que tanto os compadecéis
de nuestras miserias, dignaos derretir el hielo de nuestros corazones, y haced
que vuelvan a conformarse con el Corazón del Divino Salvador. Infundid en ellas
el amor de vuestras virtudes; inflamadlos con aquel dichoso fuego en que Vos
estáis ardiendo sin cesar. Encerrad en vuestro seno la santa Iglesia;
custodiadla, sed siempre su dulce asilo y su inexpugnable torre contra toda
incursión de sus enemigos. Sed nuestro camino para dirigirnos a Jesús, y el
conducto por el cual recibamos todas las gracias necesarias para nuestra
salvación. Sed nuestro socorro en las necesidades, nuestra fortaleza en las
tentaciones, nuestro refugio en las persecuciones, nuestra ayuda en todos los
peligros; pero especialmente en los últimos combates de nuestra vida, a la hora
de la muerte, cuando todo el infierno se desencadenará contra nosotros para
arrebatar nuestras almas, en aquel formidable momento, en aquel punto terrible
del cual depende nuestra eternidad. ¡Ah! Virgen piadosísima, hacednos sentir
entonces la dulzura de vuestro maternal Corazón, y la fuerza de vuestro poder
para con el de Jesús, abriéndonos en la misma fuente de la misericordia un
refugio seguro, en donde podamos reunirnos para bendecirle con Vos en el
paraíso por todos los siglos.
Amén.
Jaculatoria. Sea
por siempre y en todas partes conocido, alabado, bendecido, amado, servido y
glorificado el divinísimo Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María.
Así sea.
Hola Magda, hace mucho tiempo que no nos visitamos.
ResponderEliminarComparto plenamente contigo esta oración.
Te deseo una Santa Cuaresma.
Un beso de ternura
Sor.Cecilia