Viene el ángel, María.
Recíbele y háblale.
Dile que el mundo
necesita de Dios.
Que, el cielo nos
queda muy lejos.
Que, el hombre,
juega demasiado a ser “señor”.
Llega, el ángel,
María.
Hazle sabedor de
los sufrimientos de la humanidad.
Que estamos
esperando la salvación.
Que, los caminos de
muchos,
no son los caminos
que van hacia Dios.
Silencio... sólo el
silencio habla.
Porque, en el
silencio, el hombre también habla.
Porque, en el
silencio, María se orienta hacia el Creador.
Porque, en el
silencio, la semilla del Eterno
se incorpora en un
seno virginal y humano.
Ternura…ternura
para el ángel del Señor.
Y, ternura, del
mensajero hacia la Hija de Sión.
Ternura, de los
labios de una Virgen.
Ternura, en suave
aleto,
del ángel portador
de tanto bien .
Paz…. con paz queda
María.
Y, en paz se marcha
Gabriel.
Con paz…. comienza
a germinar la VIDA.
Con paz… lleva las
buenas nuevas
la singular
respuesta
desde Nazaret hasta
el Edén.
Y, en medio de
tanto silencio, ternura y paz,
José medita… José
sueña… José asiente.
Y, por las ventanas,
pequeñas y recias
de aquel humilde
hogar nazareno,
se deslizan amoríos
y respuestas:
¡Hágase! ¡Hágase!
P. Javier Leoz
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