Las almas saben de nosotros y de lo que sucede mucho más de los que nosotros sabemos.
Saben por ejemplo, quienes toman parte en su entierro, si se reza o si se va para hecer simplemente un acto de presencia y sin decir una oración ( cosa que sucede a menudo).
Ellas saben si los vivos se marchan luego del ofertorio, sin asistir a la Misa entera, cosa que sería de provecho para ellas.
Si se asiste con devoción al oficio, en vez de acompañar solamente el cuerpo al cementerio, se ayudaría mucho más a los difuntos, ya que de otra manera, si se va sólo para ser visto, sería de muy poco provecho para ellos.
Las Almas también saben todo aquello que se dice de ellas y lo que se hace por ellas; ellas están mucho más cerca de nosotros de los pensamos, ellas están muy, muy próximas.
Se me ha preguntado si es necesario encender velas, y si este acto de devoción tienen un sentido y un valor. Ciertamente lo tiene y especialmente si están bendecidas. Y cuando no lo están es necesario pensar que se compran las velas por amor a nuestros difuntos: cada acto de amor tiene un gran valor.
María Simma.
Jesús a Santa Faustina Kowalska:
“…Todas estas almas son muy amadas por Mí. Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a Mi justicia. Está en tu poder llevarles alivio. Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de Mi Iglesia y ofrécelas en su nombre…” (Diario de Santa Sor Faustina, 1226)
“…Todas estas almas son muy amadas por Mí. Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a Mi justicia. Está en tu poder llevarles alivio. Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de Mi Iglesia y ofrécelas en su nombre…” (Diario de Santa Sor Faustina, 1226)
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