Pasas por una etapa crítica: un cierto temor vago;
dificultad en adaptar el plan de vida; un trabajo agobiador, porque no te
alcanzan las veinticuatro horas del día, para cumplir con todas tus
obligaciones... ¿Has probado a seguir el consejo del Apóstol: “hágase todo con
decoro y con orden”?, es decir, en la presencia de Dios, con El, por El y sólo
para El. (Surco 512)
¿Y cómo conseguiré -parece que me preguntas- actuar
siempre con ese espíritu, que me lleve a concluir con perfección mi labor
profesional? La respuesta no es mía, viene de San Pablo: trabajad varonilmente
y alentaos más y más: todas vuestras cosas háganse con caridad. Hacedlo todo
por Amor y libremente; no deis nunca paso al miedo o a la rutina: servid a
Nuestro Padre Dios.
Me gusta mucho repetir -porque lo tengo bien
experimentado- aquellos versos de escaso arte, pero muy gráficos: mi vida es
toda de amor / y, si en amor estoy ducho, / es por fuerza del dolor, / que no
hay amante mejor / que aquel que ha sufrido mucho. Ocúpate de tus deberes
profesionales por Amor: lleva a cabo todo por Amor, insisto, y comprobarás
-precisamente porque amas, aunque saborees la amargura de la incomprensión, de
la injusticia, del desagradecimiento y aun del mismo fracaso humano- las
maravillas que produce tu trabajo. ¡Frutos sabrosos, semilla de eternidad!
Sucede, sin embargo, que algunos -son buenos,
bondadosos- aseguran de palabra que aspiran a difundir el ideal hermoso de
nuestra fe, pero en la práctica se contentan con una conducta profesional
ligera, descuidada: parecen cabezas de chorlito. Si tropezamos con estos
cristianos de boquilla, hemos de ayudarles con cariño y con claridad; y
recurrir, cuando fuere necesario, a ese remedio evangélico de la corrección
fraterna: si alguno, como hombre que es, cayere desgraciadamente en alguna
falta, al tal instruidle con espíritu de mansedumbre, estando atento con uno
mismo, para no caer en la misma tentación. Llevad los unos las cargas de los
otros y así cumpliréis la ley de Cristo. (Amigos de Dios, nn. 68-69)
San Josemaría Escrivá
Un gran texto para meditar. El miedo y la rutina son paralizantes. Hacer las cosas por amor es lo que puede salvarnos. Un abrazo!
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