La Iglesia Católica nos invita el
2 de noviembre, Conmemoración de todos los fieles difuntos, a
rezar por nuestros fieles difuntos, miembros del Cuerpo Místico de Cristo.
Ellos constituyen la Iglesia Purgante y viven en solidaridad con los demás
miembros –los de la Iglesia Militante en la tierra y los de la Iglesia
Triunfante en el Paraíso– y en comunión con Dios, aunque de diverso modo.
Así como las almas de los fieles que
alcanzaron ya su meta definitiva en el Cielo, viven en una perfecta
intimidad con la Trinidad Beatísima, y los que aún vivimos en el mundo
batallamos contra nuestras pasiones por ser fieles a Dios, las almas del
Purgatorio pasaron ya por el mundo, pero todavía no gozan de Dios y
requieren, por lo tanto, de nuestras oraciones a la Misericordia de la
Santísima Trinidad.
San Agustín expresaba en forma poética y profunda:
San Agustín expresaba en forma poética y profunda:
"Una flor sobre su tumba se
marchita.
Una lágrima sobre su recuerdo
se evapora.
Una oración por su alma, la recibe
Dios".
El Papa emérito Benedicto XVI, en la meditación antes de la
oración del Ángelus del 1 de noviembre
de 2007, expresó:
"La Iglesia
ha establecido
que a la fiesta de todos los Santos suceda inmediatamente
la Conmemoración de todos los fieles difuntos. A nuestra oración de alabanza a
Dios y de veneración a los espíritus bienaventurados, que nos presenta hoy la
liturgia como "una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas
las naciones, razas, pueblos y lenguas" (Ap 7, 9), se une la oración de
sufragio por quienes nos han precedido en el paso de este mundo a la vida
eterna y les dedicaremos a ellos de manera especial nuestra oración y por ellos
celebraremos el sacrificio Eucarístico. En verdad, cada día la Iglesia nos
invita a rezar por ellos, ofreciendo también los sufrimientos y los esfuerzos
diarios para que, completamente purificados, sean admitidos a gozar para
siempre de la luz y la paz del Señor."
"Debemos ayudar a
los que se hallan en el Purgatorio. Demasiado insensible seria quien no
auxiliara a un ser querido encarcelado en la tierra; mas insensible es el que
no auxilia a un amigo que esta en el Purgatorio, pues no hay comparación entre
las penas de este mundo y las de allí." .
Santo Tomás de Aquino.
"...Aliento a los
católicos a orar con fervor por los difuntos, por los de sus familias y por
todos nuestros hermanos y hermanas que han muerto, para que obtengan la
remisión de las penas debidas a sus pecados y escuchen la llamada del Señor:
«Ven, querida alma mía, al descanso eterno entre los brazos de mi bondad, que
te ha preparado las delicias eternas» (San Francisco de Sales, Introducción a
la vida devota 17, 4). Confiando a la intercesión de Nuestra Señora y de San
José, Patrono de la buena muerte, a los fieles que oren por los difuntos, les imparto
de todo corazón mi bendición apostólica." San Juan Pablo II. 2 de junio de 1998.
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