Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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jueves, 6 de febrero de 2014

No me canse, Señor, de esperar



Tu llegada y, con mi esperanza renovada,
sepa aguardar e intuir tu presencia salvadora.
Que nada ni nadie, Señor,
apaguen la lucidez de mi pensamiento para Ti.
Que nada ni nadie, Señor,
adormezcan mis ilusiones por descubrirte,
mis sueños de permanecer junto a Ti,
mis ideales de vivir contigo y en Tí.

Que no me queme, Señor,
por el fuego de la desesperanza,
por aquello que apaga el fuego de mi amor,
por aquello que me impide presentarme
como Tú lo hiciste en el templo:
tocado con la Gracia y el dedo del Padre.
¡Nada, Señor, me lo impida!

Y, porque soy más pobre de lo que aparento,
te ofrezco dos tórtolas de mi pobreza.
Porque, aun siendo rico como a veces quisiera,
la vida me enseña que ante Ti.
la penuria es puerta grande para conocerte.

Que no piense tanto, oh Señor,
en cambiar el mundo cuanto en que Tú
me cambies a mí, primero, por fuera y por dentro.
Que no crea, oh Señor,
que la luz divina la necesita el mundo
y sí, antes que después, mi corazón incierto y roto.

No me canse, Señor, de esperar.
Tu llegada y tu luz, tu mensaje y tu poder,
tu presencia y tu salvación,
hasta aquel día en el que cerrando los ojos,
pueda proclamar a los cuatro vientos:
¡Siempre has sido mi luz, Señor!

P. Javier Leoz

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