¡Viva
María! repiten los ángeles. Que este eco del Cielo sea nuestro camino;
establezcamos en María nuestra paz, nuestra felicidad, nuestra
confianza, nuestro amor, y con los ángeles cantemos también: ¡Viva
María!
Alabemos siempre en todo a María; ella conforta siempre… sostiene siempre … nos guía siempre, intercede siempre.
Invoquemos a María en nuestros dolores, nuestras dificultades, en
nuestras alegrías y nuestras consolaciones. ¡Honremos a María! Su amor
lo reclama. Nos ama como Jesús, infinitamente, continuamente,
maternalmente.
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Dios
te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en
la hora de nuestra muerte.
Amen.
Amen.
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