Si quieres encontrar al Cristo nacido de María Virgen, al Cristo que caminó sobre las aguas, al Cristo que sanó a los enfermos y resucitó a los muertos, al Cristo que se dejó crucificar por ti y que resucitó, acude al Sagrario, el cual custodia la Sagrada Eucaristía.
Allí le verás, el mismo que vivió, murió y resucitó, no hay ninguna diferencia, es el mismo Jesús, su misma Persona, su presencia real. Estar ante el Sagrario postrado te hace semejante a San Juan que reposó sobre su pecho.
Escucha los latidos del Corazón de Cristo. Pide a María que te lleve hasta Él , que aumente tu fe y que te ayude a amarle más, que te ayude a enamorarte de Él con una potencia que sobrepase el amor de todos los santos juntos.
Alejandro Maria
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