’Monstra Te esse Matrem’, Oh Virgen Inmaculada.
Oh María, Virgen
Inmaculada, también este
año, nos volvemos a
encontrar con amor
filial a los pies de
esta tu imagen para
renovarte el homenaje de
la comunidad cristiana y
de la ciudad de Roma.
Aquí nos detenemos en
oración, siguiendo la
tradición inaugurada de
los Papas precedentes,
en el día solemne en el
que la liturgia celebra
tu Inmaculada
Concepción, misterio que
es fuente de gozo y de
esperanza para todos los
redimidos. Te saludamos
y te invocamos con las
palabras del Ángel:
‘Llena de gracia’ (Lc
1,28), el nombre más
bello, con el cual Dios
mismo te ha llamado
desde la eternidad.
‘Llena de gracia’ eres
Tú, María, llena del
Amor Divino desde el
primer instante de tu
existencia,
providencialmente
predestinada a ser la
Madre del Redentor, e
íntimamente asociada a
Él en el misterio de la
salvación. En tu
Inmaculada Concepción
brilla la vocación de
los discípulos de
Cristo, llamados a
convertirse, con su
gracia, santos e
inmaculados en el amor (cfr
Ef 1,4). En Ti brilla la
dignidad de todo ser
humano, que es siempre
precioso a los ojos del
Creador. Quien a Ti
dirige la mirada, oh
Madre Toda Santa, no
pierde la serenidad, por
más duras que sean las
pruebas de la
vida.
A pesar de la triste
experiencia del pecado,
que afea la dignidad de
los hijos de Dios, quien
a Ti recurre redescubre
la belleza de la verdad
y del amor, y vuelve a
encontrar el camino que
conduce a la casa del
Padre.‘Llena de gracia’ eres Tú, María, que acogiendo con tu ‘sí’ los proyectos del Creador, nos has abierto el camino de la salvación. Con tu ejemplo, enséñanos a pronunciar también nuestro ‘sí’ a la voluntad del Señor. Un ‘sí’ que se une a tu ‘sí’ sin reservas y sin sombras, que el Padre ha querido tener necesidad para generar al hombre nuevo, el Cristo, único Salvador del mundo y de la historia. Danos el valor de decir “no” a los engaños del poder, del dinero, del placer; a las riquezas deshonestas, a la corrupción y a la hipocresía, al egoísmo y a la violencia. ‘No’ al maligno, príncipe de la mentira en este mundo. ‘Sí’ a Cristo, que destruye la potencia del mal con la omnipotencia del Amor. Sabemos que solo los corazones convertidos al Amor, que es Dios pueden construir un futuro mejor para todos.
¡‘Llena de gracia’ eres Tú, María! ¡Tu nombre es para todas las generaciones garantía de segura esperanza. Sí! Porque, como escribe el sumo poeta Dante, para nosotros mortales Tú “eres de esperanza fuente de vida” (Par., XXXIII, 12). A esta fuente de tu Corazón Inmaculado, venimos una vez mas peregrinos confiados a recibir fe y consuelo, gozo y amor, seguridad y paz.
’Monstra Te esse Matrem’, Oh Virgen Inmaculada.
Muéstrate Madre tierna y con premura por los habitantes de esta tu ciudad, para que el auténtico espíritu evangélico los anime y oriente sus comportamientos.
Muéstrate Madre y guardiana vigilante de Italia y Europa, para que de las antiguas raíces cristianas los pueblos sepan tomar la linfa para construir su presente y su futuro.
Muéstrate Madre próvida y misericordiosa por el mundo entero, para que, respetando la dignidad humana dignidad y rechazando toda forma de violencia y de explotación, se coloquen bases sólidas para la civilización del amor.
Muéstrate Madre especialmente de aquellos que tienen más necesidad: de los indefensos, de los marginados y los excluidos, de las víctimas de una sociedad que a menudo sacrifica al hombre por otros fines e intereses.
Muéstrate Madre de todos, oh María, y danos a Cristo, la esperanza del mundo.
’Monstra Te esse Matrem’, oh Virgen Inmaculada, llena de gracia!
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