lunes, 31 de diciembre de 2012
La mirada de Jesús
La fuerza de la mirada de Jesús, es uno de los aspectos que más impresionó a sus discípulos. Los evangelios, hablan con frecuencia de como veía El las cosas, de como miraba.
Jesús miraba a la muchedumbre, se fijaba en la moneda del tributo, observaba como echaba su limosna en la colecta la mujer pobre, dirigía a sus apóstoles sus ojos, miraba fijamente al joven que quería seguirle ("Jesús, fijando en él su mirada, le tomo cariño y le dijo: sólo una cosa te falta..." Mc 10,21), escrutaba las intenciones de sus enemigos, les dirigía una mirada llena de enfado ("ellos callaban: y El, mirándoles con ira, apenado..." Mc 3,5), miraba a Zaqueo apreciando su buena voluntad...
Parece como si Jesús pasara su vida viendo, mirando, observando con una infinita capacidad de admiración y de profundidad en su mirada, pero sobre todo, los evangelistas, se acuerdan de sus ojos en los momentos de oración. "Tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición" (Mc. 6,41). "Jesús levantó los ojos y dijo: Padre, te doy gracias" (en la resurrección de Lázaro, Jn 11,41). "Levantando los ojos al cielo dio un gemido y le dijo: Ábrete" (en la curación del sordomudo, Mc. 7,34). "Alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, ha llegado la hora" (Jn 17,1).
Jesús está vivo. Él te está mirando ahora, y siempre.
Es la mirada de Jesús, la mirada que transforma nuestras vidas.
Dios nos siga bendiciendo.
Alejandro María
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domingo, 30 de diciembre de 2012
Señor y Dios nuestro:
Tu Hijo Jesús ha querido nacer como todos nacemos,
de una mujer y del Espíritu Santo.
De esta forma has bendecido a la familia.
El tiene la llave única en su poder,
la cual cuando Él abre en el cielo, ninguno puede cerrar en la tierra,
y que cuando Él cierra en el cielo, ninguno puede entrar en la tierra.
Sin embargo el siempre tiene la puerta abierta,
la cual nadie puede cerrar,
para que podamos entrar y salir y habitar contigo
y ser juntos el hogar del amor y de la paz.
Hoy, en la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret,
queremos que nuestra familia se convierta,
en fuente de caridad divina,
en verdadero santuario de la vida y del amor
para las generaciones porque siempre se renuevan.
Y como un acto de fe,
te presentamos las llaves de las cerraduras de nuestras casas.
Queremos ser hogar de puertas abiertas
como dos brazos extendidos que dan la bienvenida
a todo el que llame en la aldaba.
Bendice las ventanas que dejan entrar la luz del sol
cada mañana, aunque muchas veces entre el polvo del camino
y por la noche se asoman las estrellas que son luces de esperanza.
Bendice nuestras horas de sueño, de paz y de silencio,
para que fortalezcamos juntos nuestro espíritu.
Bendice nuestros dolores y alegrías
porque son el corazón de la familia.
Señor quédate con nosotros en nuestra casa,
para ello, toma las llaves de nuestro hogar
y de nuestro corazón para que puedas entrar, y salir.
Toma las llaves de nuestro hogar y de nuestro tu corazón
para que pueda entrar y salir en esta doméstica iglesia tu viva Palabra.
Toma las llaves de nuestro hogar y de nuestro corazón
para que se abran y consoliden las puertas de nuestra unidad familiar.
Toma las llaves de nuestro hogar y de nuestro corazón
para que entrando a nuestra humilde casa
habites seguro con esta familia,
y tus bendiciones gracias nos acompañen.
para ser un hogar contemplativo y orante
e intensamente eucarístico.
Que aprendemos que por las puertas por donde tu entras
se abren con tus llaves.
Gracias, Señor. Amén.
http://www.revistaecclesia.com/oracion-para-la-bendicion-de-las-llaves-de-las-casas-en-la-fiesta-de-la-sagrada-familia
Lo hiciste en familia, Señor
Por Navidad, Señor, por Navidad,
quisiste aparecer en el seno de un hogar.
Como distintivo, no la cantidad, sino la unión.
Como riqueza, no el dinero, y sí el ejemplo de
José y de María.
Tu felicidad, Señor, no vino reflejada por la
apariencia,
el oro, las perlas o la plata: fue el amor de tu
familia nazarena.
En ella, en fracaso aparente y desprovisto de
todo,
apareciste ante la gran indiferencia del pueblo.
En ella, en las horas de fracaso y soledad,
encontraste el amor sin tregua ni farsa.
En ella, en tus triunfos mesiánicos,
supiste ser ovacionado desde el silencio y la
sencillez.
¡Lo hiciste en familia, Señor!
¿De dónde aprendiste el nombre de “Abba” “Padre”?
¿Quién te enseñó a distinguir entre el bien y el
mal?
¿En quienes descubriste el don de la fe y el valor
de la entrega?
¡En la familia, Señor!
¿No aprendiste todo ello en tu familia nazarena?
Hoy, en el colmado corazón de la Navidad,
nuestros ojos contemplan, el “tres en uno”,
Sí, Señor, tres personas unidas por un mismo amor.
Tres personas teñidas con el color de la pobreza.
Tres personas agasajadas por los que no tienen
riqueza alguna.
Tres personas que, bajo el umbral del portal,
siguen siendo referencia y ejemplo de santidad y
de fe.
Naciste, Señor, y lo hiciste en una familia;
pobre, pero amorosa y rendida a tu causa.
Sencilla, pero repleta de lo más importante: DIOS.
Temerosa, pero valiente en sus decisiones y
riesgos.
Indiferente para muchos, pero única ante los ojos
del Señor.
¡En familia, Señor! ¡Quisiste nacer en una
familia!
P. Javier Leoz
celebrandolavida.org
sábado, 29 de diciembre de 2012
Virgen Inmaculada y bendita!
¡Virgen
Inmaculada y bendita!
Eres la universal Dispensadora
de todas las gracias divinas,
con razón te puedo llamar
la Esperanza de todos, mi Esperanza.
Bendigo al Señor porque me muestra
el modo de alcanzar la gracia y salvarme.
Este medio eres Tú, Santa Madre de Dios.
Por los méritos de Jesús, ante todo,
me he de salvar; y después,
por tu poderosa intercesión.
Reina mía, ya que acudiste presurosa
a santificar la casa de Isabel,
visita presto la pobre casa de mi alma.
Apresúrate, pues mejor que yo sabes
lo pobre que está y los males que me agobian:
afectos desordenados, hábitos depravados,
pecados sin cuento, y mil enfermedades
capaces de causarme la muerte eterna.
Pero Tú, Tesorera de Dios,
puedes enriquecerla con todos los bienes
y curarla de toda dolencia.
Visítame durante la vida, y sobre todo,
visítame en la hora de la muerte,
cuando me será más necesaria tu ayuda.
Como indigno que soy, no pretendo
que me visites con tu presencia,
como lo has hecho con otros devotos tuyos.
Me contento con que ruegues por mí
y me visites con tu Misericordia
para ir a contemplarte en el Cielo,
para amarte con toda el alma
y agradecerte todos tus beneficios.
Ruega por mí, María,
encomiéndame a tu Hijo.
Mejor que yo conoces
mis miserias y necesidades.
¿Qué más te puedo suplicar
sino que tengas compasión de mí?
Es tan grande mi ignorancia,
que no sé pedir lo que necesito.
Dulce Reina mía, María,
pide y alcánzame de tu Hijo
las gracias más convenientes
y más necesarias para mi alma;
del todo me abandono en tus manos
pidiendo a la Divina Majestad,
que por los méritos de Jesús, mi Salvador,
me conceda las gracias que Tú le pidas.
Pide por mí, Virgen Santísima
lo que más me conviene.
Tus oraciones, siempre las escucha Dios
porque son plegarias de Madre
para con el Hijo que tanto te ama
y goza en otorgarte lo que pides
para mejor honrarte y mostrar su Amor a Ti.
En esto quedamos, Señora:
Yo vivo confiando en Ti.
Ocúpate Tu por salvarme. Amén.
Eres la universal Dispensadora
de todas las gracias divinas,
con razón te puedo llamar
la Esperanza de todos, mi Esperanza.
Bendigo al Señor porque me muestra
el modo de alcanzar la gracia y salvarme.
Este medio eres Tú, Santa Madre de Dios.
Por los méritos de Jesús, ante todo,
me he de salvar; y después,
por tu poderosa intercesión.
Reina mía, ya que acudiste presurosa
a santificar la casa de Isabel,
visita presto la pobre casa de mi alma.
Apresúrate, pues mejor que yo sabes
lo pobre que está y los males que me agobian:
afectos desordenados, hábitos depravados,
pecados sin cuento, y mil enfermedades
capaces de causarme la muerte eterna.
Pero Tú, Tesorera de Dios,
puedes enriquecerla con todos los bienes
y curarla de toda dolencia.
Visítame durante la vida, y sobre todo,
visítame en la hora de la muerte,
cuando me será más necesaria tu ayuda.
Como indigno que soy, no pretendo
que me visites con tu presencia,
como lo has hecho con otros devotos tuyos.
Me contento con que ruegues por mí
y me visites con tu Misericordia
para ir a contemplarte en el Cielo,
para amarte con toda el alma
y agradecerte todos tus beneficios.
Ruega por mí, María,
encomiéndame a tu Hijo.
Mejor que yo conoces
mis miserias y necesidades.
¿Qué más te puedo suplicar
sino que tengas compasión de mí?
Es tan grande mi ignorancia,
que no sé pedir lo que necesito.
Dulce Reina mía, María,
pide y alcánzame de tu Hijo
las gracias más convenientes
y más necesarias para mi alma;
del todo me abandono en tus manos
pidiendo a la Divina Majestad,
que por los méritos de Jesús, mi Salvador,
me conceda las gracias que Tú le pidas.
Pide por mí, Virgen Santísima
lo que más me conviene.
Tus oraciones, siempre las escucha Dios
porque son plegarias de Madre
para con el Hijo que tanto te ama
y goza en otorgarte lo que pides
para mejor honrarte y mostrar su Amor a Ti.
En esto quedamos, Señora:
Yo vivo confiando en Ti.
Ocúpate Tu por salvarme. Amén.
San Alfonso María de Ligorio
viernes, 28 de diciembre de 2012
ORACIÓN A SANTA ANA POR LOS HIJOS
Gloriosa Santa Ana, Patrona de las familias cristianas, a Ti encomiendo mis hijos. Sé que los he recibido de Dios y que a Dios les pertenecen. Por tanto, te ruego me concedas la gracia de aceptar lo que su Divina Providencia disponga para ellos.
Bendíceles, oh Misericordiosa Santa Ana, y tómalos bajo tu protección. No te pido para ellos privilegios excepcionales; sólo quiero consagrarte sus almas y sus cuerpos, para que preserves ambos de todo mal. A Ti confío sus necesidades temporales y su salvación eterna.
Imprime a sus corazones, mi buena Santa Ana, horror al pecado; apártales del vicio; presérvales de la corrupción; conserva en su alma la fe, la rectitud y los sentimientos cristianos; y enséñales, como enseñaste a Tu Purísima Hija la Inmaculada Virgen María, a amar a Dios sobre todas las cosas.
Santa Ana, Tú que fuiste Espejo de Paciencia, concédeme la virtud de sufrir con paciencia y amor las dificultades que se me presenten en la educación de mis hijos. Para ellos y para mí, pido Tu bendición, oh Bondadosa Madre Celestial.
Que siempre te honremos, como a Jesús y María; que vivamos conforme a la voluntad de Dios; y que después de esta vida, hallemos la bienaventuranza en la otra, reuniéndonos Contigo en la gloria para toda la eternidad.
Así sea.
http://webcatolicodejavier.org/OracionPorLosHijos.html
jueves, 27 de diciembre de 2012
Que fácil santificarse...
Oh Jesús, que fácil es santificarse, es necesario solamente un poco de buena voluntad. Si Jesús descubre en el alma ese poquito de buena voluntad, entonces se apresura a entregarse al alma y nada puede detenerlo, ni los errores, ni las caídas, nada en absoluto.
Jesús tiene prisa por ayudar a esa alma, y si el alma es fiel a esta gracia de Dios, entonces en muy poco tiempo puede llegar a la máxima santidad a la que una criatura puede llegar aquí en la tierra. Dios es muy generoso y no rehúsa a nadie su gracia, da más de lo que nosotros le pedimos.
Diario de Santa María Faustina Kowalska, núm. 291
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=4170697714785&set=a.1454343287622.2062284.1504522290&type=1&theater
miércoles, 26 de diciembre de 2012
¡Ha abierto sus puertas!
¡Sí! ¡El cielo ha abierto sus puertas!
Y, a través de ellas,
ha descendido lo que en Dios habita: El Amor.
¡Si! ¡El cielo ha abierto sus puertas!
Y, cruzándolas con amor sin igual,
el amor se ha hecho carne y se ha convertido en
luz.
Luz que se ha encarnado.
Luz que se ha rebajado.
Luz que se ha transformado en Niño.
Luz que, en la oscuridad, es resplandor de Dios.
¡Sí! ¡El cielo ha abierto sus puertas!
Dios, no ha querido quedarse encerrado en el
cielo,
ha querido hacerse Niño para estar entre nosotros,
para llorar, cuando lloremos,
o sonreír, cuando estemos alegres,
para animarnos, cuando estemos por los suelos.
¡Sí! ¡El cielo ha abierto sus puertas!
Y, al abrirlas Dios de esta manera,
nos enseña que, para entrar por ellas,
hay que aprender, hacerse y ser niño.
Y, al abrirlas Dios tan sorprendentemente
nos enseña un sendero de paz y de amor.
¡Sí! ¡El cielo ha abierto sus puertas!
Pero ¿Habrá abierto sus ventanas el hombre?
¿Tendrá sus ventanas abiertas el mundo?
Si el cielo ha abierto sus puertas,
es porque Dios, tiene algo que dar y algo que
recibir:
Nos da a Jesús, que es lo más grande que posee,
y, como respuesta, nuestra fe es lo único que
espera.
¡Sí! ¡Porque el cielo ha abierto sus puertas es
Navidad!
Los pobres, ya no lo son tanto.
La paz, es posible alcanzarla mirando hacia el
cielo.
Las tinieblas, tienen sus días contados.
El hombre, tiene su futuro asegurado: ¡Dios!
¿Por qué abre el cielo sus puertas siendo Dios tan
poderoso?
Porque Dios, ante todo, es Amor.
Porque Dios, sobre todo, es Servicio.
Porque Dios, ante la injusticia, es Justo.
Porque Dios, ante la mentira, es Inocencia.
Si el cielo, ha abierto sus puertas…
¡Abramos nosotros las nuestras!
¡Dios quiere entrar por ellas!
P. Javier Leoz
celebrandolavida.org
martes, 25 de diciembre de 2012
Llegó la Navidad
Llegó la Navidad: Y
engalanada,
nos anuncia gozosa un “nuevo día”,
paz, unión amistad, canto, alegría…
tornando de esplendores la alborada.
Nació el Amor de Madre Inmaculada:
atrás quedó la noche triste y fría;
brilla radiante el Sol del mediodía,
con la Luz y Fulgor de su mirada.
Llegó la Navidad: En cada hermano,
vive el Niño Divino renacido,
como en otro Belén, vivo y cercano.
Es el pobre, y el triste y afligido,
que en unión fraternal tiende su mano,
y le ofrezco mi amor comprometido.
nos anuncia gozosa un “nuevo día”,
paz, unión amistad, canto, alegría…
tornando de esplendores la alborada.
Nació el Amor de Madre Inmaculada:
atrás quedó la noche triste y fría;
brilla radiante el Sol del mediodía,
con la Luz y Fulgor de su mirada.
Llegó la Navidad: En cada hermano,
vive el Niño Divino renacido,
como en otro Belén, vivo y cercano.
Es el pobre, y el triste y afligido,
que en unión fraternal tiende su mano,
y le ofrezco mi amor comprometido.
lunes, 24 de diciembre de 2012
NAVIDAD EN BELEN
Acercarse a Belén , es acercarse al mundo de los sueños más hermosos. Porque Belén no es una ciudad de nuestro mundo, sino un rincón del corazón humano.
En Belén hemos nacido todos, en Belén se apacienta nuestra infancia, aquí giró la historia, aquí nació la vida.
Hasta Belén, ser hombre era nacer para vivir rodando por la cuesta del tiempo. Desde Belén , ser hombre es aprender la enorme aventura de escalar las alturas. Aquí, ser hombre se convirtió en ser Hijo de Dios. Aquí, el Dios de los cielos inició la locura de volverse pequeño.
Por eso las campanas de Belén están locas, replican y replican para explicarle al mundo
la alegría del cielo, para que todos sepan que el hombre está salvado, ahora que Dios se ha hecho hombre como nosotros.
Mirar, mirar las casas de Belén, apiñadas, apretadas las unas a las otras, lo mismo que un rebaño aterido, como un coro de monjas asustadas.
Mirar su letanía de agudos campanarios que señalan al cielo con sus dedos alzados para decir a todos: Por aquí vino Dios.
Contemplar el mercado, sus hombres y mujeres, sus pobres baratijas, sus comidas caseras.
El Dios de las alturas nunca fue un exquisito, ni una ciudad fría de gélidos burócratas, sino en pobreza de los pobres más pobres, en calles malolientes donde el hombre agita, en un triste pueblo despreciado de todos.
No busquemos en Belén hermosas catedrales, iglesias esplendentes, basílicas radiantes, la flecha luminosa de las agujas góticas, las vidrieras de fuego donde ardió el Medioevo.
Todo en Belén es pobre como el Dios que lo habita.
Y ahora...,pasar conmigo por la pequeña puerta que conduce a la gruta.
Una puerta que tiene la estatura de un niño y en la que hay que agacharse para poder entrar.
Porque para llegar hasta el Dios de los cielos sólo hay dos caminos: la puerta de la infancia y la humildad.
Para ver a Jesús, es necesario doblar el espinazo del orgullo, agachar la cabeza de nuestras importancias, hacerse niños como El se hizo.
Y ahora...,arrodillémonos: Aquí ocurrió el prodigio, aquí una virgen-Madre iluminó la tierra, aquí por primera vez se oyó el llanto de Dios, aquí la sangre humana se vio multiplicada, aquí un diminuto corazón de chiquillo fue, por primera vez, el corazón de Dios.
Aquí, entre estas paredes de humedad y de piedra, entre dos animales asustados y atónitos, nació aquel cuerpo y sangre que el hombre comería por los siglos de los siglos.
Alejar nuestros ojos de los falsos adornos que camuflan la gruta, no contemplemos; las lámparas ni las raídas de sedas que quieren ocultar el oro santo de la sencillez. Cerrar más bien los ojos y asombrémonos. Dejar que sea el corazón quien mire.
Y, después, alegrémonos igual que los pastores que en esta misma gruta escucharon su anuncio: gloria a Dios en el cielo, paz a los hombres de buena voluntad.
Levantar nuestras manos para dar también gloria y dejad que la paz penetre en nuestra alma como la gran nevada de la misericordia. Dejar que, dos mil años después, el Niño vuelva a nacer en nosotros, convertir nuestras almas en el portal viviente. Y sea nuestra casa como un nuevo Belén.
http://encuentra.com/
¡¡¡ FELIZ NOCHEBUENA, FELIZ Y
SANTA NAVIDAD !!!
domingo, 23 de diciembre de 2012
Estoy alegre, Señor
Porque Tú vienes, y yo salgo a tu encuentro.
Porque son muchos, los nubarrones en el cielo de
mi vida.
Porque Tú iluminas las noches más oscuras de la
humanidad.
Porque, con muy poco y contigo, nos alegras.
Porque, tu presencia, es la mayor riqueza que uno
puede tener.
Estoy alegre, Señor.
Porque, la Navidad, es oxígeno en medio de la
asfixia.
Porque, la Navidad, es el amor que se desborda.
Porque, la Navidad, es regalo del cielo que se
vende gratuitamente.
Porque, la Navidad, se descubre con las tijeras de
la fe.
Estoy alegre, Señor.
Porque la estrella la veo al fondo del horizonte
del adviento.
Porque mi corazón se hace pesebre para tu
nacimiento.
Porque mis ojos me dicen a quién adorar y ante
quien no postrarme.
Porque mi razón mi dicta qué caminos elegir para
llegar hasta Ti.
Estoy alegre, Señor ¡Cómo no estarlo!
Si Tú, Señor, eres la Navidad.
Si Tú, Señor, eres Navidad.
Si Tú, Señor, eres adorno y estrella, dulce y mesa
por Navidad.
Si Tú, Señor, eres la mejor lotería para la salud
del corazón.
Estoy alegre, Señor.
Tú, te lo digo ahora, eres la causa de mi
felicidad.
Tú, te lo decimos ahora, eres la fuente de tanta
dicha.
Tú, te lo decimos ahora, eres la razón de tanto
regocijo.
Tú, te lo gritamos ahora, eres el germen de la
emoción que yo siento.
Amén.
P. Javier Leoz
celebrandolavida.org
sábado, 22 de diciembre de 2012
¡Dános tu fe, María!
Para que Dios nazca en nosotros sin pedir nada a cambio
y, sea nuestro corazón,
una cálida cuna donde Jesús encuentre cobijo y consuelo.
¡DÁNOS TU FE, MARÍA!
Para que, en estas horas de santa tensión,
Para que, en estas horas de santa tensión,
donde el cielo y la tierra juegan a juntarse,
podamos también nosotros hambrear
el manjar de Amor que se sirve en Belén.
¡DÁNOS TU FE, MARÍA!
Queremos que, Tú, seas una puerta
por la que podamos entrar
y disfrutar del Misterio de Dios humanado.
Una puerta que, cuando se abra desde fuera,
entendamos y comprendamos
que es Dios quien lo hace desde dentro,
que es Dios quien tira desde el cielo.
¡DÁNOS TU FE, MARÍA!
Para que no vacilemos ni en el amor ni en la fe.
Para que nos pongamos en camino hacia Aquel que viene.
Para que seamos heraldos de la Buena Noticia.
Para que, el Niño que quiere salir de tus entrañas,
encuentre aquí y ahora,
hermanos que le amen, le ayuden y le sigan.
¡DÁNOS TU FE, MARÍA!
Para que Dios esté pronto con nosotros.
Para que nosotros, pronto estemos con Él.
Para que creamos, aun sin ver.
Para que aún sin ver, creamos por encima de todo.
¡DÁNOS TU FE, MARÍA!
Sólo así, podremos vivir, celebrar,
cantar y festejar el encanto de la Navidad.
Sólo así, en este Año Santo de la Fe,
podremos conocer, sentir, vivir,
amar, testimoniar y celebrar,
al DIOS que viene pequeño por Navidad.
P. Javier Leoz
celebrandolavida.org
celebrandolavida.org
viernes, 21 de diciembre de 2012
La esforzada y gratuita esperanza
Bien mirado en la espera nos gastamos todo el año.
Largos ratos nos pasamos a diario en las esperas.
En la espera de médico, o en la del autobús.
En el metro, en la tienda, en la esquina,
el butano, el cartero, el amigo
que vuelve desde lejos...
iTanto tiempo esperando!
Por eso, quizá, nos aburrimos
y quedamos dormidos
como aquellas muchachas de las bodas,
de que habla Cristo en el Evangelio.
Adviento nos despierta como un grito,
sirena de la fábrica de Dios,
que despabila y ahuyenta nuestro sueño,
nos invita al trabajo por el Reino,
a desbrozar los caminos del Señor.
Él vendrá en todo caso.
Su palabra no nos puede faltar ni traicionarse.
¡Mas tengamos cuidado!
Sólo aquel que sepa prepararse
lo podrá descubrir, cuando venga
con sus rostros tan distintos y, a veces,
oscuros, misteriosos y hasta desconcertantes.
Aunque yo me prepare, su venida
siempre será un regalo que no puedo
con el oro del mundo comprar ni merecer.
Mas, si no me preparo –con su ayuda también–,
estaré ciego y sordo cuando pase;
cruzará por mi vera, y entonces no sabré
descubrir su presencia y poderle acoger.
Como una estrella nueva, Jesús de Nazaret
pasaba por su pueblo, dándose a conocer.
Era el pueblo elegido, llamado; y, sin embargo,
sólo supieron verle los pobres y sencillos,
los pastores, José y María, su Madre,
la esclava del Señor, abierta a la Esperanza,
la Esperanza de Dios.
Adviento es nuestro esfuerzo.
Navidad es su Don.
Alberto Iniesta
celebrandolavida.org
jueves, 20 de diciembre de 2012
¡Ven, Señor Jesús!
El Verbo Humanado en el seno virginal peregrina por el mundo, y los Ángeles no cesan de alabarlo, bendecirlo y darle gloria.
¿Quién, al ver a María y José, podría imaginar el tesoro que se oculta, y que está a punto de incendiar el mundo con el fuego del Espíritu Santo?
Parecen abandonados, solos, desamparados, pobres y muertos de frío. Sin embargo, allí está la roca firme, el amparo, la defensa y el baluarte de los hombres. ¿Quién podría tener frío, llevando una hoguera en el corazón?
El fuego de Dios que todo lo abrasa, el fuego de Dios que todo lo transforma y purifica, ése mismo fuego que Moisés vio en la zarza, está abrasando las entrañas de María, porque se 'hizo carne y acampó entre nosotros'.
Dios de Dios, la 'luz de luz' está en la oscuridad del seno de María, aguardando el momento de salir, y el cielo expectante en profundo silencio, esperando a que el que es principio y fin de todas las cosas, alfa y omega, prendiera la tierra en llamas de amor divino.
¡Ven, Señor Jesús!
Dios nos siga bendiciendo.
Alejandro María
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