Una meditación
Bienaventurados.
Si en el Cielo solo estuviera María, ya seríamos felices para siempre en él, porque viendo a María, el alma ya es bienaventurada, puesto que Ella es de una belleza tal que cautivó al mismo Dios, que encuentra sus delicias en contemplarla y poseer a esta Flor del Paraíso que es María Santísima.
Pero no debemos esperar al Cielo para contemplar a María, porque María está al lado de cada uno de nosotros en el camino de la vida, y si bien la mayoría de nosotros no la verá con los ojos del cuerpo, sí todos podemos verla con los ojos de la fe, con los ojos del alma, porque Ella está al lado nuestro constantemente, protegiéndonos y consolándonos.
Será muy hermoso cuando veamos a Dios y nos abracemos a Él. Pero no menos maravilloso será el abrazarnos a la Virgen, a quien tanto hemos amado aquí en la tierra, y la que tanto nos ha amado, hasta el punto de haber entregado a su propio Hijo a la cruz y a la muerte para salvarnos.
Seamos buenos para poder ir al Cielo y ver a María. Pero seamos buenos también para ver a María ya en esta vida, porque María se muestra en toda su belleza a quien la ama de corazón y trata de ser santo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma